Jackass 3D

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

El monumento al mal gusto

El actor y conductor Johnny Knoxville declaró que con esta tercera película surgida del programa de MTV, Jackass, llevaría la estupidez a una nueva dimensión. Y lo cumple, sólo que dejó el buen gusto en la entrada del cine.

La primera película se conoció en el 2002 y recaudó sólo en Estados Unidoss 80 millones de dólares, mientras que la segunda parte se realizó en el 2006 y generó ganancias de 84 millones de dólares.

Un grupo de amigos ya grandecitos para semejantes hazañas, hacen lo imposible para incomodar al espectador a través de acrobacias, pruebas que ponen en peligro sus vidas y no escatiman esfuerzos para llevar adelante sus proezas.

Así desfilan por la pantalla, un joven al que le arrancan un diente con la aceleración de un Lamborghini; dos muchachos que se dejan caer desde lo alto de un pino u otros que se someten a posiciones incómodas al quedar unidos por pegamento.

Esto no sería nada si la peícula fuera graciosa o divertida. Lejos de eso, el film incluye dos cámaras ocultas: una en la entrada de un supermercado que se asemeja al humor planteado alguna vez y (salvando las distancias) por Benny Hill, y otra, la de un "gorila" que asusta a los húespedes de un hotel.

El resto sigue con fragmentos de dudoso resultado (la manzana colocada en un trasero para ser arrancada por los dientes de un gigantesco chancho) que alimentan todo el metraje.

La gente de Jackass 3D (¿Qué hace Spike Jonze, el de Dónde viven los monstruos, en la producción de semejante bodrio?) no tiene límites, pero lo peor de todo es que la gracia nunca llega. Lo escatológico y nauseabundo (mejor no entrar en detalles) salpica para todos lados gracias a los efectos de la cámara lenta y no tanto de los anteojitos 3D.

El film no resite el menor análisis y, lejos, del buen efecto que pueden causar algunas acrobacias, pruebas de resistencia o cámaras ocultas, se eligió tomar el camino más corto (hasta el camarógrafo vomita en varias oportunidades) que hace aparecer a sus protagonistas como tontos adolescentes en busca de diversión. sin importar los métodos utilizados.