It (Eso)

Crítica de Walter Pulero - Cinergia

Inocencia interrumpida

IT es la adaptación de la clásica novela de Stephen King de 1986 y la miniserie de 1990 protagonizada por Tim Curry como el payaso Pennywise. La historia inicia en 1988 en la ciudad de Derry, Maine. El pequeño Georgie Denbrough se ve atraído por acercarse hasta una alcantarilla en el momento justo en el que pierde su barco de papel. Es el momento en el cual el horror revive y con él muchos años de desapariciones de niños. Un grupo de jóvenes bautizados como “El Club de los Perdedores”, liderados por el hermano de Georgie, Bill (Jaeden Lieberher), y Beverly Marsh (Sophia Lillis), lentamente van dando cuenta de lo que está sucediendo en la ciudad. Es así que la unión del grupo los lleva a investigar y ahondar en sus propios miedos. Esta primera parte narra los acontecimientos de la infancia de los personajes sin profundizar en la adultez de los mismos.

El argentino Andy Muschietti (pueden ver su corto Mamá acá), su director, tomó el proyecto de la película luego de un largo ciclo de producción bajo la supervisión de Cary Fukunaga. Posiblemente este último haya avanzado bastante con el guion (incluso figura en los créditos del film), pero fue Muschietti quien aprovechó el estilo Cuenta conmigo de Stephen King, donde vemos la representación justa de la captura de la pérdida de la inocencia en la infancia. IT cuenta con escenas maravillosas y se toma el tiempo para lograr que nos creamos la conexión entre los pequeños. Son actores perfectamente elegidos y entrenados donde además de los ya mencionados tenemos al hipocondríaco Eddie Kaspbrak (Jack Dylan Grazer), el cínico de Richie Tozier (Finn Wolfhard), el miedoso Stanley Uris (Wyatt Oleff), el chico nuevo Ben Hanscom (Jeremy Ray Taylor) y Mike Hanlon (Chosen Jacobs), un afroamericano víctima de discriminación.

También vamos a encontrarnos con detalles que llevan al film a un nivel superior al de cualquier película de terror, donde la nostalgia se nos impregna a la piel, partiendo por el hecho de que desde el inicio Muschietti cambia la época del relato original (años 50) y nos transporta a los 80, década que la mayoría pudimos vivir. Se nos vienen recuerdos de la infancia como el grupo de amigos, los paseos en bicicleta, las travesuras en verano, el humor naif, las peleas, la música…

Finn Wolfhard resulta mucho mejor en su personaje descarado de Richie que en el de Stranger Things. Cuenta con mayores condimentos como para lucirse en su papel. Y Sophia Lillis cuenta con una naturalidad particular, que sin dudas le depara una exitosa carrera cinematográfica.

Bill Skarsgård es un soberbio Pennywise, sobre todo en el último tercio de la película cuando hace su mayor aparición. Durante el resto del film se limita a dejar el protagonismo a los niños, sin dejar que sus apariciones no generen de igual forma miedo mientras se desarrollan los problemas de cada uno del resto de los personajes. Requirió de un trabajo físico importante (no todo se reduce a maquillaje y CGI) y logra sin dudas reinventar al mal.

En cuanto a aspectos más técnicos, es disfrutable tanto la delicada fotografía de Chung Chung-hoon como el no abuso de los efectos visuales. Desde ya que están presentes porque hay escenas que lo requieren, pero se lograron resolver muy bien otras sin recurrir a lo artificial que otorga la digitalización.

El soundtrack de IT es tema aparte: luego de colaborar con Hans Zimmer, Benjamin Wallfisch se encarga de la música del film, desafío no menor considerando la popularidad de una obra considerada como la novela más importante de Stephen King.

IT pasa de los miedos de los niños al hecho de no saber si de verdad el payaso existe, hasta que comenzamos a creer que puede ser así, todo con el miedo justo. Su primer trailer recibió 197 millones de visitas en sus primeras 24 horas, más que cualquier película en la historia de YouTube, lo cual no garantiza calidad del producto final, pero podemos dar cuenta de que así fue.

“Ellos eran sus amigos y su madre se equivocaba: no eran malos amigos. «Tal vez —pensó— no existen los buenos y los malos amigos; tal vez sólo hay amigos, gente que nos apoya cuando sufrimos y que nos ayuda a no sentirnos tan solos. Tal vez siempre vale la pena sentir miedo por ellos, y esperanzas, y vivir por ellos. Tal vez también valga la pena morir por ellos, si así debe ser. No hay buenos amigos ni malos amigos, solo personas con las que uno quiere estar, necesita estar; gente que ha construido su casa en nuestro corazón”.