It (Eso)

Crítica de María Paula Rios - CineramaPlus+

HERMOSOS PERDEDORES

La lluvia no cesa, en medio del diluvio un niño con su piloto amarillo impulsa un barquito de papel en el cordón de la vereda. El viento empuja la frágil embarcación con rauda velocidad y el chico acompaña el rumbo. Tras un bruto tropiezo, ve que su creación manual cae en la alcantarilla. Cuando se acerca, su barco está flotando, no en el agua, sino en la mano de un extraño payaso.

Solo en el pueblo ficticio de Derry puede darse la aparición surrealista de un clown que desde el desagüe parlotea, con dulce perversidad, con un inocente niño. Intención non sancta la de esta entidad maléfica que sin piedad le arranca el brazo al joven, con dientes voraces, arrastrándolo luego a un submundo oscuro, perdido, ancestral. Pennywise no quiere carne, sino alimentarse del miedo.

Esta escena funciona como preludio en la transposición al cine de It, la mítica novela del gran Stephen King. Su director, Andy Muschietti, desde el principio ya dota de ciertas propiedades simbólicas, y hasta arquetípicas, a algunos elementos que serán una constante en el universo del filme, como el barco de papel, el piloto amarillo, los globos rojos y por supuesto la presentación de un Pennywise sin concesiones.

Más allá de la historia coming age y grupal del Club de los Perdedores, aquí Eso encarna a la maldad en su máxima expresión, por lo que no le va a temblar el pulso si tiene que despedazar a un niño, de hecho, las desapariciones de los más jóvenes en el pueblo son incontables. Casi todo sabemos que la trama del filme gira en torno a un grupo de “loosers”, que con valentía deciden enfrentar a este payaso malvado que está devorando cuerpos y almas.

Es cierto, y también un cliché, que el relato tiene ese trasfondo romántico del adolescente que debe enfrentarse a la vida y a sus miedos internos, pero que bien lo explota Muschietti, ya que acertadamente adapta la época en que suceden los hechos a los años 80´. Época que conoce muy bien y la matiza de pura nostalgia, con la vuelta en bicicleta, el primer amor, también el primer beso y un humor relacionado al despertar sexual.

Párrafo aparte la construcción de Pennywise, es la personificación perfecta de una y mil pesadillas. Físico, ambiguo, oscuro, mutante y por momentos hasta empático. Con una carga tan histórica, como enérgica, de una maldad que viene arrastrando por décadas y que con el pasar del tiempo se comienza a arraigar, materializar y hasta mimetizar en un sinfín de formas. It es lo palpable y lo inalcanzable a la vez; es leyenda viviente.

El ritmo de una narración inefable, con personajes hermosos y queribles (notable la dirección actoral), y escenas del horror más obsceno elaboradas con gran precisión, ponen a It en la cúspide de las transposiciones, ya que Muschietti no solo rescata la esencia de la desquiciada historia de King, sino que además le añade su propia mitología fílmica.

María Paula Ríos
@_Live_in_Peace