It (Eso)

Crítica de Jessica Blady - Malditos Nerds - Vorterix

TODOS FLOTAN

Stephen King no para de abrir kioscos, pero este le salió bien redondito.
Andy Muschietti empezó su escalada hollywoodense de la mano de “Mamá” (Mama, 2013) y pronto se encontró en un embrollo: adaptar una de las mejores (y más largas) novelas de Stephen King, a riesgo de la comparación con su versión televisiva del año 1990, donde el macabro Pennywise está interpretado por el magistral Tim Curry.

El director y los guionistas (Chase Palmer, Cary Fukunaga, Gary Dauberman) se cruzaron con otro problema: la duración de la obra literaria que en el pasado requirió de una miniserie, y yo ya tiene la secuela asegurada, en parte, por el exitazo (sin precedentes) que tiene entre manos.

Muschietti se concentra en los pequeños “losers”, este grupete de amigos de Derry (pueblo jodido si los hay) que, en 1989, le tienen que hacer frente a sus peores pesadillas. De eso se trata “It (Eso)” (It, 2017), una entidad malvada que cada 27 años llega para atormentar a los chicos de la ciudad utilizando como arma sus miedos más atroces. La llegada de It está acompañada de desapariciones y otros tantos misterios que nadie logro descifrar… hasta ahora.

Todo comienza con la desaparición del pequeño Georgie Denbrough, una pérdida familiar imposible de asimilar por los padres y, mucho menos, por su hermano Bill (Jaeden Lieberher). Como Bill no sabe que es soltar, durante el verano intentará encontrar alguna pista del pequeñín, sin saber que se va a topar con mucho más. Por suerte no está solo, y a pesar de los miedos, las angustias y alguna que otra pelea adolescente, los muchachitos descubrirán que la unión hace la fuerza a la hora de ponerle el pecho a lo terrorífico.

Muschietti no puede escapar de los estereotipos planteados en la novela de King. Dentro del grupito hay de todo y para todos los gustos, pero el director lo suaviza con mucho humor, relaciones familiares marcadas a fuego y, sobre todo, sin abusar de los guiños ochentosos, tan propios de nuestro tiempo (sí, te estamos mirando a vos “Stranger Things”).

“It” rescata lo mejor de esa otra gran adaptación del autor llamada “Cuenta Conmigo” (Stand by me, 1986), todo el espíritu adolescente de la coming of age, engalanado con terror del bueno. Pero lo de “It”, al menos esta primera parte, no pasa por generar sustos a montones. Está ligada más a lo macabro y muy, muy gráfico, aunque nunca descuida a sus verdaderos protagonistas. El villano de Bill Skarsgård da pavor cada vez que aparece en pantalla, pero no se roba una película que no le pertenece, sino que la complementa a la perfección.

“It” es una gran película en sí misma, antes que una gran película de terror. Perfectamente filmada y actuada por estas pequeñas estrellas que enamoran, enternecen y exasperan a la vez, que la pasan muy mal, aunque nunca pierden la frescura y el humor. El acotado presupuesto (apenas 35 millones de dólares) se nota bien utilizado y, sobre todo, cuando los efectos (todo muy surrealista y gore) son necesarios. El resto es el paisaje pintoresco de un pueblito de Maine (cuando no) y sus habitantes a lo largo de todo un año, a lo que hay que sumarle algunas referencias, guiños y temitas musicales copados.

Muschietti cierra perfectamente su historia y, a la vez, la deja abierta para lo que viene. Logra condensar linealmente la primera parte del masacote de King, aunque no puede evitar que la película se extienda un poco más de lo que queramos y, por momentos, pierda un poco el ritmo.

“It” es canchera y moderna, a pesar de estar ambientada a finales de la década del ochenta. Es nostálgica en la medida justa, y terrorífica cuando Skarsgård reemplaza la postura aniñada por una oscuridad absoluta. En definitiva funciona tan bien por sus personajes queribles, en especial Lieberher y Sophia Lillis como Beverly Marsh, la única chica del grupo que despierta todo tipo de sensaciones, bastante inocentes cuando se trata de los “losers”, pero no de los adultos. Lo mejor de la película es el equilibrio que logra. Ni demasiado terrorífica, ni demasiado referencial; una gran aventura que explora los dramas, miedos, angustias y la amistad adolescente.