IT: Capítulo 2

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

UN MONTÓN DE FINALES

Los que tenemos 30 ó 40 conocemos a It por aquella adaptación de 1990 con la actuación icónica de Tim Curry, versión que no ha envejecido del todo bien, sobre todo en cuestiones de ritmo y técnicas. Es, como ya han dicho todas las personas del mundo, una obra generacional, uno de los fundamentos de todos aquellos que llegamos al cine bajo la luz del cada vez más lejano VHS. Lo cual significa, para la industria actual, un público cautivo ávido de una nueva adaptación.

En el 2017, la primera parte de esta nueva versión hizo todo bien, apoyándose en algunos elementos de la serie Stranger things (nuevo espejo pop desde el cual hoy entendemos los años 80) y en la habilidad de Andy Muschietti para crear secuencias de terror creativas. Mezcla de CGI y vieja escuela, logró un impresionante aunque previsible éxito comercial que hizo que la segunda parte no sólo fuese necesaria sino urgente, y puso al director argentino en una posición de privilegio. Ahora, dos años después, llega el final con el doble de presupuesto y ambición.

Entonces IT: Capítulo 2 retoma la historia 27 años después, y como todos sabemos, el monstruo vuelve y ellos, los protagonistas, retornan a Derry para enfrentarlo. Un elenco excelente para las versiones adultas de los niños de la primera, entre los que destacan la buena de Jessica Chastain, el siempre talentoso e intenso de James McAvoy y Bill Hader que directamente es unos de los puntos altos del film.

Luego de una buena primera hora, bien desarrollada y orgánica, llegamos a un midpoint donde se nos explica un plan para destruir al monstruo que implica, detalles argumentales aparte, que todos los personajes deben tener secuencias de terror individuales con Pennywise para luego tener un enfrentamiento final todos juntos, que también contiene secuencias de miedo individuales. Lo que quiero decir es que It: Capítulo 2 tiene un problema de estructura que se termina convirtiendo en un problema de duración. Al avisarnos que lo que se viene es una serie de encuentro random de cada uno de los protagonistas con el monstruo, la película abandona toda posibilidad de sorpresa más allá de la calidad y diseño de cada una de las secuencias que, dicho sea de paso, son desparejas en cuanto a su creatividad pero son visualmente impecables. Con lo cual, luego de la primera hora, la película se convierte en un cronómetro para llegar al final, que es una versión reducida de lo que ya vimos más una serie de escenas que cierran todos los cabos sueltos, y que a quien esto escribe le dio la peor sensación que uno puede tener en el cine: “esto no termina más”.

Quizás nos apresuramos al comentar directamente el principal punto negativo de la película, pero también es cierto que los otros elementos rescatables no llegan a levantar esta consideración: ni que la película gane en humor con el buen cameo de Stephen King y la óptima participación de Bill Hader no nos hace olvidar de ese par de subtramas innecesarias que restan a un todo previsible; ni la gran secuencia en la antigua casa del personaje que interpreta Jessica Chastain (que por alguna razón estaba completa en un tráiler) nos rescata de una película que cometió el pecado de aburrirnos.