IT: Capítulo 2

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Continuación del éxito de 2017,"It: Capítulo Dos", de Andy Muschietti, regresa al pueblo para que sus personajes enfrenten a sus demonios definitivamente. La pasión por el género que su realizador demuestra en cada toma, sumado a un puñado de correctas decisiones, la convierten en un delicioso combo de terror y pochoclo.
La difícil tarea de regresar con la vara alta. En 2017 el realizador argentino Andy Muschietti logró un hito dentro del cine de género. Finalmente había conseguido llevar a la pantalla grande una de las novelas más célebres del autor de género de terror que más veces fue adaptado al cine y la TV junto con Edgar Allan Poe.
It era recordada por el fandom de Stephen King como la novela más grande e inclusiva del autor, aquella en la que podemos encontrar todos sus elementos, casi un viaje iniciático. Para quienes no son amantes de la literatura, la miniserie de 1990 dividió aguas, pero sin dudas se convirtió en un clásico de culto con un personaje ícono del género como el payaso interpretado por el genial Tim Curry.
Muchos años había estado el proyecto de llevar la novela al cine, y nadie se animaba al desafío. Muschietti, que venía de la personalísima "Mamá" lo aceptó, y entregó uno de los films de terror (por lo menos mainstream) con mejores calificaciones tanto de crítica y público, de los últimos años, generó un nuevo culto, y finalizó su recorrido, no solo como un taquillazo más, sino como el film de terror de mayor recaudación de todos los tiempos. Andy aprobó sobresalientemente una gran prueba, pero lo verdaderamente difícil estaba por venir. It es un proyecto de dos capítulos.
Con el primero había incertidumbre y algo de escepticismo, nadie se esperaba todo lo que ocurrió.
Ahora las cosas son diferentes, todas las esperanzas están puestas en igualar o superar lo visto, una vara altísima; y los conocidos (de la novela o la miniserie) lo saben, la segunda parte de la historia no es tan potente como el inicio, detalle para nada mínimo. Dos años pasaron de la primera película, pero veintisiete años pasaron en Derry, desde que en 1989 el grupo de Los Perdedores enfrentara al mal subyacente en el pueblo encarnado en la figura del payaso Pennywise (Bill Skarsgård).
Los siete habían pactado con sangre regresar para otra batalla si Eso regresaba. Pero el tiempo pasa inexorablemente para todos.
Tras una impactante y terroríficamente maravillosa primera escena queda establecido que Pennywise acecha otra vez en Derry. Mike (Isaiah Mustafa), el único de los siete que se quedó en Derry, de inmediato contacta telefónicamente a los otros seis, pero algo sucedió. Todos tienen presentes oscuros, con traumas, pero salvo Mike, ninguno recuerda demasiado de su paso por Derry, y menos del enfrentamiento con el payaso y el horror vivido.
En lo que comienza siendo una cena de reencuentro y camaradería, pronto todos irán recordando y llenando los baches de su memoria que los llevó al presente gris que viven, y a la realidad de que nuevamente deberán unirse para combatir. Tal como lo había hecho hace veintisiete años, Pennywise se encargará de atemorizarlos nuevamente, uno por uno, haciéndolos sentir débiles e indefensos otra vez, oponiéndoles sus más fuertes temores, sus demonios internos.
En definitiva, de eso se trata It. Si en la primera entrega quedaba claro que todo era una analogía para hablar de un pueblo sórdido en el que los niños debían enfrentar las zonas oscuras de sus vidas marcadas por personajes adultos; ahora los adultos son ellos, que cargan con las sombras de un pasado irresuelto que no los abandona, y poco a poco irán recordando.
Toda la podredumbre de Derry volverá a salir a la luz para que finalmente se le ponga un fin y no sólo se esconda la tierra bajo la alfombra ¿Qué ocurrió primero el huevo o la gallina, Pennywise convierte a Derry en un pueblo salvaje, o es ese pueblo humanamente endemoniado el que engendró una personificación como Pennywise?
Es claro el amor de Andy Muschietti por el cine de los ’80. La primera entrega recreaba ese tono de pandilla infantil, algo melancólica, de "Cuenta Conmigo", otra película basada en un texto de Stephen King. Esta segunda parte, mantiene un espíritu más similar al de la miniserie de 1990, con los adultos recorriendo las calles de Derry y adentrándose en flashbacks o pesadillas que los llevarán otra vez a la etapa de la niñez en un ida y vuelta de espejos permanente.
El ritmo es menos fluido, y en parte, a eso se deben sus casi tres horas de duración. Pero lo que pierde en fluidez por los constantes saltos en el tiempo, lo gana en una cohesión y pesadez dramática muy superior.
También es más fiel al espíritu del autor, acostumbrado a crear dramas personajes que acarrean el terror de sus historias. It: Capítulo Dos construye terror desde la mejor fuente, el drama. Abundan los jump scares como en una montaña rusa, y hay bastantes espantos de CGI (afortunadamente funcionales a la historia y de una hechura perfecta).
Pero sí estos golpes de efecto son efectivos para sacudirnos constantemente, es porque Muschietti creó el clima ideal para introducirnos en la historia. Es fácil sentir empatía por Beverly (Jessica Chastain/Sophia Lillis), Bill (James McAvoy/Jaeden Martell), Richie (Bill Hader/Finn Wolfhard), Ben (Jay Ryan/Jeremy Ray Taylor), Eddie (James Ransone/Jack Dylan Grazer), Stanley Uris (Andy Bean/Wyatt Oleff), y Mike (Mustafa/Chosen Jacobs). Cada uno enfrentó y enfrenta sus demonios como puede, con personalidades y traumas diferentes, y hasta alguno no pudo enfrentarlos.
"It: Capítulo Dos" también nos hará pensar sobre esos hechos que nos marcaron y cómo lo resolvimos, de frente, o eludiéndolos. La atmósfera generada es tan opresora, tan angustiante, que cuando llueve la catarata de sustos, uno siente el frío corriendo por la espalda, el agobio de la desesperación.
Repito, la primera escena es tan arrasadora dramáticamente que nos deja con la boca abierta sintiendo real terror sobre lo que va a ocurrir a continuación, y desde allí no nos suelta. El elenco de adultos y chicos también tiene un desafió complejo al tener que transmitir toda esa angustia en la pantalla.
Muschietti maneja al conjunto con armonía, y hace que los rendimientos sean parejos correctos; si bien queda en el debe un desnivel en la cantidad de participación de unos y otros. Especialmente, Hader, Chastain, Ransome, Lillis, Ray Taylor, Oleff, son quienes más se lucen por poseer mayor cantidad de escenas dramáticas.
Pennywise también creció como personaje, muestra aristas, debilidades, y se conoce más de su historia. Al igual que en la primera, Skarsgård no intenta imitar a Curry, crea una criatura propia, espeluznante, y se gana al público, "It: Capítulo Dos" nos tiene preparado un sin de homenajes que van desde apariciones especiales, de actores, autores y directores, además de algún signo que en estas pampas nos hará reír un rato.
Pero también en forma de referencias a clásicos del género, sobre todo de la década del ochenta, algunas más perceptibles que otras, "The Funhouse", "Halloween", la propia miniserie de "It", y toda la saga de "Pesadilla" (con especial cariño, abrazo, y reivindicación para la segunda parte de esa saga 2) están ahí, como homenajes que no son un anzuelo, se insertan en la historia y nos hablan de un verdadero amor los buenos clásicos, no necesariamente los más conocidos.
Las tres horas de "It: Capítulo Dos" se sienten menos de lo que parece, el film atrapa y nos aferra a la butaca, y ofrece un gran entretenimiento de alta escala que jamás aburre, aunque la historia avance más o menos. No importa si los hechos son o no de avance hacia el final, todo suma, nada sobra, va creando clima y presión para lo que será un tercer acto explosivo a pura vibración.
Este producto demuestra tener a un gran realizador del género detrás, aquel que sabe dejar su huella aún en un producto inmenso de estudio.
Esta segunda parte afronta nuevos desafíos, y Muschietti los esgrime con soltura y talento. Este es uno de los grandes y mejores estrenos pochocleros y de terror mainstream de los últimos tiempos. Háganle frente en la sala más cercana.