Ismael

Crítica de Beatriz Iacoviello - El rincón del cinéfilo

Marcelo Piñeyro retoma, en “Ismael”, el relato centrado en la mirada de un niño. En su filme anterior “Kamchatka” (2002), Harry, descubre el mundo a través de juegos que practica con su familia exiliada en algún punto del gran Buenos Aires. Ismael, en cambio, ve el mundo a través de una realidad más tangible, como la de subirse a un tren en Madrid y viajar a Barcelona. Harry no busca una identidad, Ismael sí, porque su padre biológico abandonó a su madre cuando él, estaba por nacer.

El protagonista, Isamel, lleva un nombre semejante al personaje (Ishmael) de la novela de Hernan Melville “Moby Dick” publicada en 1851. Aunque el de la novela es un adolescente tiene la misma imperiosa necesidad que Ismael, encontrar fuera de su ámbito natural otro espacio que lo contenga: en uno es la aventura y en el otro el afecto. Tal vez tenga también una reminiscencia con Marco, el niño del relato “De los Apeninos a los Andes”, incluido en la novela “Corazón”, de Edmundo de Amicis, publicado en 1886, que partió de Italia para llegar a la Argentina en busca de su madre, y que aporta cruda visión de la emigración.

Igual que las novelas de Melville y Amicis, Piñeyro construye en su filme un universo multicultural, y no fue casualidad que decidió rodar su película íntegramente en España, y especialmente en la costa Dorada (Tarragona), que árida y cubierta de rocas en la que confluyen inmigrantes de diversas partes del mundo, especialmente del África subsahariana y madreví. “Moby Dick” es una novela épica y plagada de alegorías, en “Ismael” no existe tal recurso, pero si la épica de un niño en busca de su padre e identidad.

“Ismael” es el viaje de iniciación de un chico de 10 años que debe confrontar el presente para orientar su futuro. En el camino encontrará personajes que le darán aliento para alcanzarlo: su abuela (Belén Rueda), Jordi, un amigo de su padre interpretado por un Sergi López, muy desenfadado y que junto a Rueda, y en virtud del histrionismo de ambos, brillan en una divertida subtrama que por momentos empaña los trabajos de Mario Casas (Félix) y Alika (Ella Kweku), que de supermodelo pasó a debutar en la gran pantalla con Piñeyro; Luis (Juan Diego Botto) su padre psicológico, y un alumno de su padre (Mikel Iglesias) que es el que le ayuda en última instancia a encontrar otra salida a su conflicto.

El tema fundamental del filme más allá de la búsqueda de identidad es la relación paterno-filial o materno-filial y una figura parental sustituta. Aunque de soslayo Piñeyro toca una problemática muy común en la sociedad contemporánea: “el otro” o “la otra” que deben suplir el rol del padre o madre ausente. Estos dan grandes cantidades de afecto y muchas veces se ven marginados sin importar sus sentimientos. En ese sentido está muy lograda la interpretación de Juan Diego Botto, porque en todo momento mantiene esa distancia a la que fue condenado por los padres biológicos de Ismael.

Marcelo Piñeyro, “Tango feroz” (1993), “Caballos salvajes” (1995) “Cenizas del paraíso” (1997) “Plata quemada” (2000), “El método” (2005)), junto con su coguionista Marcelo Figueras, trabajaron sobre la idea de un filme coral en el que se vieran reflejados traumas, culpas, secretos y mentiras de cada uno de los personajes que giran alrededor de Ismael. Es una realización que parte del universo de un niño al complejo mundo de los adultos que oscila entre: discursos sobre la moral, paternidad, abandono, amor, familia, amistad, segundas oportunidades, fidelidad y redención, que se agrega un alegato social alrededor de una juventud desorientada y marginada que a su vez busca su lugar en la sociedad.

“Ismael” un es una producción pequeño, con la única pretensión de llegar al corazón del espectador para posibilitar la reflexión sobre el destino de los niños que deben vivir escindidos entre madres-padres y sustitutos, y a la vez enfrentar la realidad de pertenecer a una familia disfuncional, que no consigue hacer encajar a sus nuevas parejas, en la sociedad, para mantener estable el juego de la hipocresía familiar.