Iron Man 3

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Es más de lo mismo... pero me gusta

Nota: Esta reseña, creo (espero), está libre de spoilers, al menos no cuenta nada que no se lea en la sinopsis de cualquier sitio o se vea en el tráiler. Pero no me hago responsable si alguno se enoja por alguna mención que consideren inconveniente. Están avisados…

La de Iron Man ha quedado como la saga cómica de Marvel. Por supuesto, están las escenas de acción, las desventuras del millonario Tony Stark y su superhéroe ferroso, y los malvados de turno, pero con Robert Downey Jr. al mando la cosa tiene que pasar inevitablemente por el humor.

En este sentido, Iron Man 3 no defrauda y, al mismo tiempo, tiene algo de déja vu. Es que todo está concebido aquí para el histrionismo de R.D. Jr., para un ego-trip que -por suerte- deja bastante espacio para la autoparodia (porque el personaje es conciente de su megalomanía y su egocentrismo y se permite burlarse de sí mismo). Lo bueno es que con R.D. Jr. en cámara en el 99,9% de las tomas ese “más de lo mismo” que se puede apreciar aquí es un encantador despliegue de sobreactuación controlada, de sonrisas compr`doras y de canchereadas que buscan la complicidad permanente del espectador (ah, también baila mientras se va calzando la armadura).

No será un talento como Joss Whedon (que también sacó provecho del carisma de R.D. Jr. en The Avengers: Los Vengadores), pero lo de director Shane Black (que venía con un solo antecedente en la realización con Entre besos y tiros y con los galardones de haber sido guionista de la franquicia Arma mortal) es aquí más que digno tanto en la escritura de la historia como en su trabajo en escenas de acción y comedia.

La película arranca con un prólogo ambientado en la ciudad de Berna, Suiza, en 1999. Allí aparecen quienes serán las incorporaciones principales de esta tercera entrega: el despiadado Aldrich Killian (Guy Pearce) y la morocha Maya Hansen (Rebecca Hall), quien ya en la actualidad conformará el triángulo junto a la rubia Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) y a Stark.

¿Y qué otras novedades ofrece este tercer film? Un mayor protagonismo para Paltrow (tanto en lo romántico como en lo físico), un hilarante personaje a cargo de Ben Kingsley, un niño que será el aliado perfecto para Stark, y varias buenas set-pieces, como la de la destrucción de la casa del protagonista o la de los múltiples Iron-manes.

Puede que algunos elementos se repitan demasiado (las alusiones al insomnio y a las pesadillas de Stark), pero en general las poco más de dos horas del film se disfrutan moderadamente (no es cuestión aquí tampoco de entusiasmos desmedidos). Quizás mi puntaje sea un poquito exagerado, pero después de una maratón de 10 días de películas “difíciles” en el BAFICI, algo así, bien pochoclero, resultó como un bálsamo, una cura, una desintoxicación (ojo, amo el BAFICI y su propuesta, pero después de 40 films seguidos…).

Para el final, el final: sí, quédense a padecer los 8 o 10 minutos de créditos de cierre con los miles de especialistas en CGI que participaron del rodaje porque después hay una simpática escena humorística con un invitado especial. Es todo lo que voy a decirles. No quiero hacerles perder el disfrute…