Iron Man 3

Crítica de Bernabé Quiroga - CiNerd

LECCIONES

Hay muchísimas lecciones dentro el universo cinematográfico de Marvel Studios. Con sus historias, ese panteón de películas creadas a base de pasión, comics y puro pochoclo han impartido los valores del coraje, el heroísmo y la camaradería, enseñándonos a sacrificarnos por un bien mayor, a dejar de lado el orgullo y a mirar las cosas desde otra perspectiva. IRON MAN (2008), HULK: EL HOMBRE INCREÍBLE (2008), IRON MAN 2 (2010), THOR (2011), CAPITÁN AMÉRICA: EL PRIMER VENGADOR (2011) y LOS VENGADORES (2012) son algunos buenos ejemplos de cómo hacer una película de superhéroes, manteniéndose fiel al material original, entreteniendo y sin descuidar nunca su desarrollo de personajes. La denominada Fase 1 fue un éxito y una sacudida al corazón geek que late en todos nosotros y que, cada tanto, nos recuerda - al mejor estilo Dave “Kick-Ass” Lizewski - que todos, en algún momento de nuestras vidas, quisimos ser un superhéroe. Sin embargo, el corazón corre peligro. Aunque sigue latiendo con la misma energía y ritmo que siempre, algo ha entrado en el torrente sanguíneo de la franquicia de Tony Stark. Ese algo, como los fragmentos de metralla que recorren sus venas, es Walt Disney Pictures - dueña de Marvel Studios desde 2009 -. Lenta y sigilosamente, la compañía fue dejando su huella y, con el inicio de la Fase 2, se comprueba que estas películas dejaron de ser productos para entretener y satisfacer solo a los amantes de los comics, para convertirse en films destinados a la familia entera. Con la alegre y explosiva fiesta pop de LOS VENGADORES, estábamos demasiado entusiasmados como para darnos cuenta. Pero ahora, el Disney-Style pisa con todas sus fuerzas y los fragmentos de metralla se acercan más y más al corazón del Universo Marvel. Pero esta vez no hay super-equipo que nos salve: Es Tony Stark contra el mundo, y el mundo ha cambiado. Lección número uno: No hagas tratos con el ratón Mickey.

Dioses, alienígenas, portales. Sí, ahora todo es diferente. En IRON MAN 3 (2013), los límites del verosímil se expandieron y los espectadores podemos disfrutar sin prejuicios de una saga mucho más fantástica, fresca y renovada. Ya no es armadura Vs. armadura. Ahora, el personaje al que da vida Robert Downey Jr. (¿O es a la inversa?) se enfrenta a retos completamente nuevos. Uno de ellos es un trastorno de estrés post-traumático y post-Avengers que lo lleva a refugiarse en su mansión. Mientras pasa las noches sin poder dormir, ocupándose de su hobbie, una nueva amenaza empieza a hacerse notar en los medios: El temible líder terrorista El Mandarín (Ben Kingsley). En el perfecto primer acto de la película, héroe y villano inician una disputa que dejará a Tony Stark sin hogar y sin armadura. Alejado de su mansión en ruinas y de su amada Pepper Potts (la siempre eficaz y siempre bella Gwyneth Paltrow), Tony se embarca en un viaje muy personal e introspectivo que, lamentablemente, solo entorpece el relato ya que nunca llega a ser tan profundo como el “¿Qué se supone que debo hacer?” de la primera IRON MAN, o el “¿Quién fue mi padre? ¿Quién soy yo?” de la segunda. IRON MAN 3 pretende ser oscura y madura en esa y otras áreas de su guión, pero (incoherentemente) termina siendo la más infantil e inocente de la trilogía. Muchos chistes fáciles y humor slapstick con las armaduras; personajes como el niño solitario que ayuda al protagonista, fruto del bullying y los padres ausentes; y villanos sin motivaciones fuertes más allá del “lo hago porque soy malo” - en vez de la codicia o la venganza -. Uno puede sentir a Disney convirtiendo a la saga en algo más banal y aplacando los divertidos excesos de Tony - ni una gota de alcohol, y apenas una sutil pizca de sensualidad y sexo (¿Y los shortcitos de Pepper? ¿Y los escotes de Natasha? ¿Y las azafatas bailando en el caño dentro del jet privado de Stark?) -. Si bien IRON MAN 3 nunca deja de entretener y cuenta con el mejor, más gracioso y vulnerable Downey Jr., no hay dudas de que la campaña de marketing vendió algo que definitivamente no era. El terrorismo de manual no es un tema para preocuparse aquí (todo termina siendo más fantasioso), y la odisea de Tony nunca es tan oscura como parecía. Y en ese aspecto, la saga Marvel que más apegada estaba al mundo real y a personajes de mayor complejidad, ha retrocedido para tomar otro rumbo que, aunque sigue manteniéndola original, no le favorece. Lección número dos: No aclares que oscurece.

Quien llevó a la franquicia por un nuevo rumbo es el director y co-guionista Shane Black, responsable del libreto de ARMA MORTAL (1987) y director de KISS KISS BANG BANG (2005), una de detectives con Downey Jr. A diferencia de Jon Favreau - que siempre mostró un amor incondicional por el personaje y sus raíces (y que vuelve en IRON MAN 3 pero solo para sacarnos una sonrisa con su personaje Happy Hoogan) -, Black es más un hijo del cine de acción de los 80s. Y a pesar de que la tercera película cuenta con muchas referencias a las historietas, el director decidió filmar lo que él quería y no lo que nosotros esperábamos. Lo reconozco, su dirección es más estilizada, sus escenas de acción son considerablemente mejor que las de Favreau y aun estoy recuperando el aliento después de las secuencias del ataque a la mansión, al avión y del enfrentamiento final con el ejército de armaduras. Pero es muy debatible lo que hace cuando no está explotando cosas, haciendo que Tony se comporte como un McGiver con mejores chiches o filmando su propia versión de ARMA MORTAL en el muelle, con la dupla del loco Stark y el serio Rhodey (Don Cheadle) - dos calcos de Riggs y Murthaug -. Aunque este es solo su segundo largometraje como director, Black ocupa parte del film poniendo su propia firma (al igual que KISS KISS BANG BANG, se sitúa en Navidad y Robert Downey Jr. narra la historia), en lugar de intentar hacer un producto 100% comiquero (Stan Lee aparece una mísera milésima de segundo). Tampoco se preocupa en acoplarse más al universo en el que se encuentra. Lo positivo de esto es que IRON MAN 3 se siente como un film solitario, una historia aparte que va más allá de ser una excusa para ganar plata. Lo negativo es que, si bien hay pequeñas menciones a “lo sucedido en Nueva York”, “los alienígenas” y “el tipo del martillo”, jamás (al menos hasta la escena post-créditos finales) hay una conexión directa con el resto de Los Vengadores o S.H.I.E.L.D. ¡¿Dónde está el Capitán América y todos los demás mientras EL PRESIDENTE ES SECUESTRADO?! No se sabe y Black no se toma la molestia en contestarnos. Lección número tres: No te alejes del grupo.

A partir del segundo acto del film, el director también recurre a un inesperado giro en su historia, tan audaz y polémico como devastador, que cambia completamente el desarrollo y el visionado del film (aunque sí sacará carcajadas a más de uno). Los que conocen a Iron Man más allá de las adaptaciones cinematográficas, se sentirán estafados. Casi como la revelación al final de BATMAN: EL CABALLERO DE LA NOCHE ASCIENDE (THE DARK KNIGHT RISES, 2012), solo que esta sucede a la mitad del metraje. A partir de allí, uno mira el film desganado y con la mínima esperanza de encontrarse con una buena excusa para dicha vuelta de tuerca o, en su defecto, otro giro narrativo que ponga todo de nuevo en su lugar. Pero definitivamente, no hay una buena excusa. Solo una mala decisión. Y Black sacrifica muchas otras cosas con tal de obtener una línea humorística o un momento cool: El verosímil (“¿Escupes fuego?”), las escenas de tensión o drama (hay un chiste de armadura durante el enfrentamiento final con el villano, minutos después de un suceso terrible), el desarrollo de la historia (Pepper Potts al final de la batalla en el muelle) o el comportamiento de sus personajes (¿Tony Stark matando malos a balazos?). Todo puesto al servicio de un libreto a veces tramposo, de soluciones y recursos fáciles (flashbacks + voz en off), que juega con el espectador y lo agarra desprevenido. La historia de IRON MAN 3 está llena de baches y lagunas, recursos gastados (¡Mark 47 hasta oxidarlo!), preguntas sin responder o respondidas a medias, un final que cierra ciertas subtramas a las apuradas y que se contradice con las entregas predecesoras: Si tan fácil era, ¿por qué no hubo procedimiento quirúrgico en la primera película? ¿Qué pasa al final con la situación de Pepper? ¿EXTREMIS? ¿Por qué Maya, una científica que pasó tantos años dedicada a su trabajo, cambia completamente su visión de las cosas después de dos frases que dice Tony Stark? ¿Por qué la misma clase de armaduras qué enfrentaron dioses y extraterrestres son aquí tan frágiles? Preguntas como esas hay varias. Lección número cuatro: Get your shit together, man.

Pero ese mismo film de giros polémicos (que dará paso a varios debates), de elementos Disney (que amenazan el futuro del Universo Marvel), de personajes mal trabajados, ideas muy tiradas de los pelos, villanos no tan carismáticos como esperábamos e imágenes de una ideología preocupante (¿El Presidente usando la armadura de Iron Patriot? Mmmm), cuenta además con lo necesario para ser puro entretenimiento. Engaña y decepciona, pero también divierte, fascina y, ya sea para bien o para mal, sorprende una y otra vez. Sabiendo ya lo que es IRON MAN 3, creo que un segundo visionado es necesario para terminar de definir mis diversos sentimientos encontrados con este inicio de la Fase 2. Tal vez no haya que tirar abajo el film por una imprecisa campaña de marketing, ya que IRON MAN 3 sí cuenta con una oscuridad alrededor suyo. Lamentablemente, esta nunca termina de cubrirlo por completo. Tal vez algún día veamos un film de Marvel realmente sombrío y serio (¿THOR: UN MUNDO OSCURO, tal vez? Crucen los dedos), pero no por ahora. Había lugar para un guión más profundo y genuino. Sin embargo, en lugar de ser una épica epopeya de adversidades, IRON MAN 3 termina siendo una comedia/aventura familiar que respira aires ochentosos, efectos especiales asombrosos, diálogos divertidos, mucha química, buenas actuaciones (Kingsley, Downey Jr. y Guy Pearce sorprenden en todas sus facetas), escenas de acción increíbles y altas dosis de encanto, humor y narcisismo Starkero (nuevamente, es un film centrado más en Tony que en Iron Man). Pero no hay vuelta atrás. La Fase 2 ha comenzado, dejando algunas decepciones y lecciones que Marvel Studios debería tener en cuenta. Última lección: ¿Héroes? Sí existen. Solo hay que saber (re)armarlos.