Iron Man 2

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

Tony Stark / Iron Man es el más cool de los superhéroes. Lejos. Un tipo capaz de hacerse el DJ en su propia fiesta de cumpleaños y de salvar al mundo sin perder un ápice de estilo. Pero en esta vibrante secuela de Iron Man: El Hombre de Hierro queda claro que Tony es también un ser humano conflictuado. Un hombre de personalidad compulsiva, arrogante a niveles letales (promediando su propia fiesta, vestido con el poderosos armatoste, comienza a disparar rayos sobre objetos, a riesgo de herir a los invitados). Un hombre que todavía se siente a la sombra de su padre, quien le prestaba más atención a los negocios que a la familia. Un hombre con tendencias autodestructivas, como bien se veían en el comic. Por supuesto, esta vez hay más paralelismos entre el personaje y el magnánimo actor que lo inmortalizó en la pantalla grande. Porque Robert Downey Jr. NACIÓ para interpretar a Tony Stark. Mejor dicho, Robert Downey Jr. ES Tony Stark. Un individuo que, a pesar de sus defectos, sigue siendo un titán capaz de dar lo mejor de sí, de ganarse al público y de continuar triunfando.

Esta vez tiene un oponente a su altura. Iván Vanko, alias Whiplash, es un ser dolido (su padre tuvo problemas con Howard Stark, el progenitor de Tony), y de pocas palabras, casi todas en ruso. Vanko puede apurar a Iron Man, demostrarle que no es un Dios Todopoderoso, y lo logra en una intensa secuencia en medio de una carrera automovilística en Mónaco. Y qué mejor que Mickey Rourke para ponerle el cuerpo y el alma a una criatura así, que conoció los abismos y ahora resurge para imponerse y demostrar que no piensa tener misericordia contra la sangre de aquel viejo enemigo. Para colmo, Vanko es financiado por Justin Hammer (Sam Rockwell), un inescrupuloso empresario rival de Stark Industries, deseoso de convertirse en el proveedor de armas sofisticadas para la milicia. Curiosamente, el enorme Sam Rockwell fue una de las primeras opciones para interpretar al mismísimo Tony Stark en la primera parte (aunque el papel era codiciado por Tom Cruise y Nicolas Cage).

Pero Tony tampoco está sólo. Además de la infaltable Pepper Potts (Gwyneth Paltrow), su mano derecha y amor ¿imposible?, está el Coronel James Rodhes. Este personaje ya no es interpretado por el talentoso Terrence Howard sino por el no menos genial Don Cheadle. Aquí Rodhey por fin se calza el traje de War Machine, un prototipo similar al de Iron Man, pero plateado. La pelea entre los dos entes robóticos, al ritmo de Queen y Daft Punk, es de antología. Rodhes planea que War Machine sea un arma de combate, pero Hammer tiene ideas más perversas.

Un párrafo aparte merece Scarlett Johansson como Natasha Romanoff, la espía rusa encargada de vigilar que Tony no se entregue a los excesos y mantenga el status quo. Dicho de manera educada, un infierno de mujer. Sin embargo, podría haber estado más aprovechada. Tal vez le luzca mejor en la tercera parte.

Samuel L. Jackson retoma su papel de Nick Fury, otro de los superhéroes del universo Marvel, responsable de S.H.I.E.L.D. y del proyecto Avengers. Ya no hace un cameo, como al final de los créditos de Iron Man; ahora tiene más participación. Una escena entre él y Tony hará que no pocos cinéfilos sonrían un momento.

Jon Favreau vuelve a dirigir, y demuestra que el tono que le agregó a Iron Man como concepto cinematográfico es acertadísimo, casi milagroso. Ni muy oscuro ni demasiado infantil, ni tan complicado ni excesivamente light, ni cínico ni estúpido. Y siempre con un ritmo más endemoniado que el mismísimo Rey del Averno. Además, Favreau sigue apareciendo delante de cámara como Happy Hogan, el chofer de Tony. De hecho, en este film tiene escenas pugilísticas, algo que le debe haber quedado de cuando hizo de Rocky Marciano en un biopic televisivo. J. F. estaba destinado a las adaptaciones de Marvel: en su momento casi interpretó a Hank McCoy / Bestia en X-Men 2, y fue amigo de Ben Affleck en Daredevil: El Hombre sin Miedo.

Tampoco es para desmerecer el sólido guión, a cargo de Justin Theroux. Este casi desconocido actor también escribió Una Guerra de Película, la mejor comedia de la década pasada. Downey Jr., actor de Una Guerra... fue quien lo recomendó para IM2.

Por su certero nivel de complejidad, por su irresistible sentido del humor, por el carisma de los actores, por sus escenas de acción, esta película resulta una segunda parte superior a la primera. Y, como corresponde, deja con ganas de mucho más. Si uno se pone un poquito exigente, tal vez sea posible pensar que, como en la mayoría de los segundos actos, hubiera sido interesante incluir una vuelta de tuerca vinculada a un hecho trágico. Recuerden El Imperio Contraataca, o la mencionada X-Men 2, o la inigualable Batman: El Caballero de la Noche. Pero no importa. Es un detalle que no desmerece el producto final.

Se vienen más films basados en comics de Marvel: Thor, dirigida por Kenneth Branagh, con Anthony Hopkins y Natalie Portman; y Capitán América (cuyo escudo es incluido en un chiste de la película). Por supuesto, tampoco hay que olvidar el largometraje de los Avengers, anunciado para 2012.

Como verán, hay superhéroes para rato.