Iron Man 2

Crítica de Javier Firpo - La Razón

60

¡Viven!

El jueves llega la secuela del héroe, otra vez con Robert Downey Jr. como pilar. Se le suma Mickey Rourke, "el malo de la película". Ambos parecen haber resucitado luego de sus reiterados pesares personales.

Maduros muchachos lindos y talentosos que destruyeron parcialmente su carrera. Esta podría ser una arquetípica -pero real- frase que circunscribe a Robert Downey Jr. y a Mickey Rourke. Ambos retomaron sus carreras y desde hace un año aparecen más en las páginas de espectáculos que en las de policiales, como paradójicamente solía ocurrir.

Ellos están de regreso -no de vuelta, ojo-, saludables y aparentemente reconciliados con sus vidas fuera del set. Después de ver "Iron Man 2", que se estrena mañana, lo primero que pasa por la cabeza es cuánto se han divertido en el rodaje. De hecho, son lo mejor de un film cuyo género no suele deparar grandes chances actorales por el tsunami de efectos especiales.

Downey Jr., protagonista, saca ventaja en un hipotético duelo, y es quien provee la media docena de efectivos gags con los que cuenta la película, que en EE.UU. se estrena el 7 de mayo.

Ya con su elogiado trabajo en la piel de Sherlock Holmes, Downey Jr. lució compenetrado, y algo más alejado del infierno de las drogas en el que estuvo inmerso. Cayó en largos viajes lisérgicos generados por narcóticos, producto quizá de una fama que lo desbordó, luego de su consagratoria actuación en "Chaplin". Boby estuvo detenido, fue multado infinidad de veces y hasta pasó 180 días en prisión.

"Fue como tener un arma cargada en la boca", comparó un Downey, hoy por hoy, entre los diez mejores actores del momento.

En la otra esquina del round se encuentra "el luchador" Rourke, otro peso pesado que no se bancó un megaéxito como "Nueve semanas y media". Se tiró contra la industria, despotricó contra cientos de actores, cayó en la bebida y, como le hicieron un vacío dentro del cine, terco y orgulloso, les hizo un corte de mangas a todos y volvió a un viejo amor, el boxeo. "Me harté de Hollywood", había comentado en los tempranos noventa.

En el cuadrilátero no le fue demasiado bien y se exilió en el ostracismo, hasta que Darren Aronofsky lo sacó del placard para ofrecerle -con toda la industria en contra- el papel de su vida: "El luchador". Algo estropeado por fuera, Rourke dice que interiormente está "como nunca, con más entusiasmo" que antes de "Nueve semanas...". Admite que cambió, que debió hacerlo para volver a pertenecer. Desde comienzos del año pasado no para de filmar, como queriendo recuperar el tiempo perdido. Y en "Iron Man" no desentona para nada encarnando al grotesco Ivan Vanko, el villano ruso que maneja como castañuelas unos poderosos látigos eléctricos. Es imperdible escucharlo hablar con acento. "Tuve que practicar tres horas por día", señaló.

Llega "Iron Man 2", cuya antecesora resultó furor y recaudó casi U$S 600 millones. Dicen que ésta la superará porque se reforzó cual plantel galáctico Notas, semblanzas y críticas ya comenzaron a "presionar" al futuro espectador. Quien esté en la disyuntiva, quien no sea un seguidor ferviente de este género, sepa que disfrutará de dos actores que resurgieron y que, sobre todo, ¡viven!