Iron Man 2

Crítica de Cristian A. Mangini - Fancinema

Rock industrial

Iron Man 2 podría verse como una película tan honesta como su predecesora en lo que refiere a sus intenciones: entretener. Sin embargo, hay un signo de desgaste en la construcción de algunos personajes y el sustento visual no fluye de la misma manera a través de las dos horas de la película. Hay por momentos una vacuidad discursiva de argumentos científicos que tornan densos algunos pasajes, pero que gracias al frenesí de explosiones y hierro estrellándose nos hacen olvidar aquellos agotadores parlamentos. Como se dice, es una película para pasarla bien un par de horas, luego tomar un café y contarla en la mesa entre detalles más o menos certeros, mientras nos escapamos temporalmente de la rutina. De paso, confirma a Favreau como un director eficiente y da el pie para que Marvel finalmente pueda estrenar su esperada The Avengers en el 2012.

Hay algo notable en la construcción del personaje de Tony Stark que es, por momentos, quien le da a la película ese tono entre comedia y drama sobre el que se balancea. Favreau entiende perfectamente que así como Batman es sobre Bruce Wayne, Iron Man es sobre Stark, esa especie de Howard Hughes que se balancea entre el narcicismo y la filantropía. No hay una intención de saturar la pantalla de efectos especiales y maquillaje sin que antes se le haya dado una dimensión humana a esos superhéroes. Dado que se trata de un personaje complejo (como casi todo superhéroe), no veremos blancos y negros, sino una escala de grises sobre la cual se desarrolla la acción, con un mayor desarrollo sobre el negocio de venta de armas y la difícil relación paterno-filial, que sobre antagonistas vistosos, como fue vendida en cierto sentido la película a través del tráiler.

Dado que se trata de un héroe que es un personaje público hay un trabajo de registros que quizá pase desapercibido, pero que a mí me pareció uno de los aciertos más notables de Favreau. En esencia, Stark es un personaje siempre construido por su imagen pública a través de distintos medios, particularmente en los casos de las secuencias en Mónaco y luego del discurso de apertura al film. Arriesgándose a perder un punto de vista más comprometido con su personaje, el director decide mantener una percepción omnisciente sobre el asunto: hay varias secuencias que describen al protagonista interpretado notablemente por Robert Downey Jr. desde otros puntos de vistas o personajes, ya sea una periodista buscando una nota o la cámara fija que se encuentra registrando un acontecimiento o un espectáculo televisivo. El magnate se transforma en la inmediatez de una noticia que irrumpe en la cotidianeidad televisiva, ya sea tras un juicio excéntrico o arriesgándose a correr una carrera donde ingresa un violento antagonista a los latigazos (¡!). Esta relación de familiaridad televisiva sobre lo extraordinario del superhéroe es una herramienta inteligente que Favreau sabe utilizar con solvencia, sin vulnerar el desarrollo del film.

Pero como dijimos, no se trata de un antagonista vistoso lo que prima en la película, a pesar de que comienza y finaliza con el acomplejado Whiplash de Mickey Rourke. Stark tiene un enemigo más notable en el cínico Justin Hammer, un vendedor de armas dispuesto a todo para competir en el negocio, arriesgando vidas y complotando para demoler la figura de nuestro héroe. Y no se trata de un ser con poderes extraordinarios sino de una mente brillante que opera con corrupción e inteligencia, un enemigo sólidamente construido desde el guión que a pesar de sus modificaciones respecto al original funciona con eficiencia en la piel de un destacable Sam Rockwell. Pero a no asustarse, no faltan explosiones en el enfrentamiento final con Whiplash y un ejército de robots, a pesar de que a mi entender falta sangre para que comprendamos la dimensión de la violencia. La imagen así adquiere una plasticidad que torna artificial cualquier momento de acción, sin mostrar la consecuencia de lo que estamos viendo: vuelan el fuego y las bombas que vemos caer sobre la multitud, pero desconocemos los efectos de ello. A pesar de que ya sé que es fantasía, también creo que hay un margen para mantener el verosímil, para que no creamos que aquello sea completamente extraordinario.

En el medio se mantiene la ambigua relación con la asistente de Stark, Pepper Potts, generando tensión con la Viuda Negra interpretada por Scarlett Johansson, en un plan de femme fatale destinada a permanecer en el universo Marvel, pero con poco relieve dentro de este film. Además están los gags ubicados clínica pero escasamente a lo largo de la película, un AC/DC prácticamente omnipresente en la banda sonora y un uso increíble del Another one bites the dust de Queen. Lo que se dice, algo entretenido a pesar de todo, que no va decepcionar al espectador que la quiera pasar bien.