Invitación de boda

Crítica de Paula Vazquez Prieto - La Nación

Annemarie Jacir, ganadora de varios premios internacionales a lo largo de su joven carrera, detenta también una notable distinción: el haberse convertido en la primera directora palestina con su primer largometraje, La sal de este mar (2008). Desde entonces, su aguda observación de los deberes y regulaciones que atraviesan en silencio la sociedad en la que vive ha sido una de las claves de su estilo de representación y el sentido último de sus historias.

Invitación de boda - Wajib, que puede traducirse como "deber social"- nace de su propia experiencia como testigo silencioso del recorrido de su padre y su hermano repartiendo las invitaciones de la boda de su hermana. Ambientada en la zona árabe de la ciudad de Nazaret, la película se concentra en esa forzada convivencia en movimiento, arriba de un pequeño Volvo que funciona como caja de resonancia de tensiones ideológicas y generacionales entre un exprofesor universitario y su hijo arquitecto recién llegado de Roma. Sin acentuar el drama ni abandonar del todo la comedia, Jacir logra tejer y destejer las cuentas pendientes entre padre e hijo a partir de conversaciones, encuentros con vecinos e inesperadas celebraciones. Por momentos algo subrayada y esquemática, la mirada de Jacir -apoyada en las notables actuaciones de Mohamed y Salek Bakri, padre e hijo en la vida real- sostiene ese genuino intento de mirar con nuevos ojos lo conocido y hacer partícipe al espectador de cada uno de sus pequeños descubrimientos.