Invictus

Crítica de Nazareno Brega - Terra Argentina

Clint Eastwood vuelve al deporte y consigue una de sus películas más emocionantes de la última década. El cineasta cuenta la historia de los Springboks durante el mundial de rugby Sudáfrica 1995 y, además, aprovecha para narrar la traumática salida del apartheid y cómo fue que el deporte, al menos por un tiempo, consiguió unir un país dividido. La violencia, tema omnipresente en la obra de Eastwood, aparece contenida y agónca en Invictus: el Nelson Mandela de Morgan Freeman hará lo imposible para hermanar a negros y blancos sudafricanos y escapar de la espiral de violencia generada por el Apartheid. La alianza construida por el recién electo presidente con el François Pienaar de Matt Damon, capitán de los Springboks, durante el mundial resulta el vehículo ideal para conseguir esa tan ansiada unión detrás del lema: “un equipo, un país”. Eastwood trata a sus dos protagonistas como héroes impolutos, y su retrato los acerca demasiado a la estampita cinematográfica, pero el gran valor de Invictus resulta en la euforia deportiva que provoca, sin perder jamás la rigurosidad, cómo se muestra esa finalísima inolvidable.