Invasión zombie

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

No caben dudas de que los zombies son los monstruos del momento. Un camino a la consagración tan lento como firme e implacable: de Zombie Blanco (White Zombie, 32) y Yo Dormí con un Fantasma (I Walked with a Zombie, 1943), hasta la serie The Walking Dead, pasando por George A. Romero, quien dejó de lado el mito de Haití y los convirtió en cadáveres devoradores de personas, a partir de La Noche de los Muertos Vivos (Night of the Living Dead, 1968). También hubo más y notables films de este subgénero, que con el tiempo fueron renovando la premisa para que nunca perdiera frescura. Y lejos de quedarse en los Estados Unidos, estas criaturas pronto tuvieron sus versiones en países como Italia, España, Gran Bretaña, Argentina, Brasil, Austria, Noruega… El continente asiático también aportó lo suyo, y su mordida más fuerte llega gracias a Invasión Zombie (Train to Busan/Busanhaeng, 2016)

En esta oportunidad, el brote de infectados tiene lugar en Corea del Sur, mientras un grupo de pasajeros viaja en tren desde Seúl. Allí están, entre otros, el empresario y su pequeña hija, el hombre rudo y su esposa embarazada, un grupo de estudiantes que pueden defenderse con bates de béisbol y el insufrible que pretende salvarse a toda costa. Deben dirigirse a Busan, donde parece estar la última esperanza de salvación, pero será un recorrido tan apocalíptico como lo que sucede fuera de los vagones.

El director Sang-ho Yeon venía de mezclar zombies y trenes en el film animado Seoul Station (2015). De hecho, Invasión Zombie no sólo representa una suerte de continuación no oficial de aquella película sino su primer largometraje live action. Aquí da cátedra de suspenso, acción, claustrofobia, ritmo. Sabe balancear el drama con toques de humor, y le da un enfoque propio a las criaturas. Lejos de andar despacio, se mueven rápido, como las de Exterminio (28 Days Later, 2002), El Amanecer de los Muertos (Dawn of the Dead, 2004) y Guerra Mundial Z (World War Z, 2013). También tienen en común con el film protagonizado por Brad Pitt que atacan de a muchos, alocadas de hambre, y hasta pueden destruir puertas de vidrio cuando se apelotonan igual que hormigas. Además, estos difuntos comegente dejan de reaccionar cuando no pueden ver a sus potenciales víctimas.

Siguiendo la tradición de directores como Romero, Yeon jamás olvida que, pese a la acción y el gore, el eje de estas historias es el humano y su comportamiento en situaciones extremas. Presenta personajes que, pese a sus diferencias iniciales (incluso dentro del mismo núcleo familiar, como el padre y la niña), deben aprender a colaborar para sobrevivir, y también muestra al individuo egoísta que, con tal de salvarse, puede llegar a ser peor que los antropófagos. Yeon sí se diferencia de Romero a la hora de dejar de lado las lecturas políticas para centrarse en los sentimientos de los protagonistas; incluso los más bondadosos pueden morir o transformarse en cualquier momento.

Invasión Zombie demuestra que un concepto nunca pierde fuerza si hay un gran equipo creativo detrás, y que los cineastas orientales, siendo fieles a sí mismos, saben cómo insuflarle vida a cualquier género. Y confirma que en el Infierno ya no queda más lugar desde hace mucho: los muertos continúan caminando sobre la Tierra.