Invasión zombie

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

EL AMANECER COREANO DE LOS MUERTOS

Es conocido el carácter cíclico del cine de terror y sus subgéneros, y también es conocida la lógica de extracción minera que aplican quienes lo producen, extraer hasta agotar los filos temáticos y formales que sean mínimamente exitosos. El ciclo lo completa un público cinéfago demasiado fiel que consume sin parar lo bueno, lo malo y lo feo que le llega. Por lo demás, así como el slasher en los años 80, el boom del terror japonés a fines de los 90 y principio de la década de 2000, y la fiebre de los remakes a mediados de la misma década, estos últimos son los años del cine de zombies. Es cierto que el género lo normalizó George Romero en 1968 con La noche de los muertos vivientes, y que todas las décadas posteriores han vivido su momento Z, sin embargo, en nuestra historiar reciente, el subgénero ha trascendido su público habitual y se ha vuelto mainstream: hay comedias con actores de primera línea como Zombieland, blockbusters protagonizados por superestrellas como Brad Pitt con su Guerra Mundial Z, sagas interminables como Resident Evil, y hasta una de las series más populares como es Walking Dead. Con esto intentamos poner a Invasión zombie en su lugar, y no podemos ser más enfáticos, es la mejor película con zombies desde que Zack Snyder hiciera su accidental gran película El amanecer de los muertos (2004).

Es que el film de Sang-ho Yeon tiene la vitalidad que le reclamábamos a las película de zombies desde hace un tiempo, y esto lo logra sin esquivar los lugares comunes del subgénero que sospechábamos estaban inevitablemente agotados, de hecho el argumento es prácticamente el mismo que cualquier película de este tipo: de repente estalla la epidemia de un virus que convierte a la gente en muertos vivientes caníbales lo cual agarra desprevenido al grupo de protagonistas de turno. Invasión zombie incluye el típico melodrama familiar, el típico grupo extraordinario de sobrevivientes, el ineludible cuento moral y también el comentario social, que no sólo es un clásico el cine de muertos vivientes tal y como lo concibió Romero, sino que también parece ser una constante del cine mainstream surcoreano, como pudimos constatar en el festival internacional de Mar del plata en películas como Tunnel (Seong-hun Kim, 2016), en la que un tipo queda atrapado en el derrumbe de un túnel mal construido por el estado, o la animada Seoul station (2016) del propio Yeon, que tiene como protagonistas a unos parias expulsados del sistema y que además funciona como precuela de Invasión zombie.

El triunfo de Invasión zombie es que todos los elementos están puestos en favor de lo que se está contando. Yeon no sólo narra con precisión sino que maneja el tiempo, el espacio y la tensión con mucha pericia, al punto de que su película parece más veloz de lo que en realidad es, porque lo cierto es que cada secuencia dura lo que tiene que durar, sin apuros ni exabruptos, puro manejo del ritmo cinematográfico.

Es también notable lo bien que esta película amalgama un final oscuro y amargo con cierta autoconciencia caradura y festiva que la lleva a asumirse sin culpas como la película de zombies en un tren. Yeon consigue algo que parecía negado a este tipo de cine, entretener y entusiasmar a la vez.