Invasión zombie

Crítica de Facundo Barrionuevo - El Día

La feria de los inmortales.

En Guerra Mundial Z (Marc Forster, 2013) sabíamos que ni Brad Pitt, ni su linda esposa, ni sus adorables hijas podían infectarse y mucho menos morir en aquel contagio zombie. En cambio en Invasión Zombie cualquier cosa puede suceder, cualquiera puede morir. Así, la tensión será constante y de un atractivo insuperable. En la película de Brad Pitt también se mostraba a los zombies como una clase inferior, parecía una chusma que quería usurpar las propiedades de los poderosos. Al contrario, en esta película surcoreana cada muerte es emotiva y dolorosa. El director se da el tiempo para que también nos afecte el que una persona se transforme en zombie. Ya que cada personaje, por mínima que sea su aparición, es un hija, una hermana, un padre, alguien con historia a quien extrañaremos cuando pase a la otra vida.

En Invasión Zombie un grupo de pasajeros del tren que viaja a Busan en Corea del Sur se ve interceptada por una invasión zombie a nivel nacional. Al principio empieza bastante tranquila, casi es ridícula porque los primeros infectados pasan totalmente desapercibidos para los pasajeros. Como la genial escena del supermercado en Shaun of the Dead donde Simon Pegg hacía sus compras sin percatarse de la invasión, como nos pasaría a todos si el ambiente del barrio estuviera como muerto un domingo a la tarde. Pero Invasión Zombie también parece poner de manifiesto que nosotros como sociedad reaccionaríamos muy tarde al ver a alguien en problemas tirado en una estación. Y no llega sólo hasta ahí. Los pasajeros del tren a Busan en un determinado momento mientras siguen en viaje logran contener a los zombies en los últimos vagones. Entonces la lucha de clases empieza entre los mismos sobrevivientes. Se acusan mutuamente de que podrían estar infectados. Así que habrá también una grieta que hará que los sobrevivientes con menos poder queden confinados. Se corresponde entonces también a la mirada política que tenía la fundante La Noche de los Muertos Vivos (1968) de George Romero.

Excelentes escenas se construyen cuando se descubre que los muertos vivos no ven en la oscuridad. La tensión y la emoción visual siguen hasta el último segundo del film, celebrando y festejando el cine como en una feria, yendo más allá del terror efectista, dejando atrás a las nuevas y pobres películas de zombies.