Invasión zombie

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Cuando todo está perdido, lo único que queda es el amor por los seres queridos. Es en esos momentos de enlace emocional entre el protagonista y su hija - después de haberse portado como un cretino la mayor parte de su vida - en donde Train a Busan se diferencia de la mayoría de filmes de zombies. Hay acción, gore y adrenalina a raudales, pero también hay una carga dramática realista y potente. No sólo por el protagonista sino también por el grupo de héroes que le acompaña, que sufren pérdidas de todo tipo. Ese plus convierte al filme coreano en una experiencia completa y plena. Desde ya no inventa nada nuevo en el género zombie - y abreva en todo tipo de fuentes, desde Serpientes en un Avión hasta Guerra Mundial Z, salpicado con gotas de La Guerra de los Mundos 2005 - pero, lo que expone, lo hace con gran altura. Es el ser humano reducido a la pelea por la supervivencia y cuando la batalla se antoja abrumadora, lo que queda es el amor y los buenos recuerdos. La redención del protagonista en el momento mas oscuro de la historia de la humanidad.
El comienzo es genérico. Hay pequeñas alarmas que algo no va bien, pero - por el momento - nos centramos en el relato de Seok Woo, un adicto al trabajo - es un implacable operador financiero - que ha sacrificado a su familia a cambio de su carrera. Ahora tiene de visita a su hija de 10 años, Soo-an, a la cual lastima con el vacío de su presencia y el olvido de sus actividades. Woo es un cretino diplomado, un tipo al cual rápidamente detestamos cuando vemos cómo le regala a su hija una consola idéntica a la que le dió el año pasado - claro, el tipo delega ese tipo de compras en su secretario mientras dedica todo su tiempo a hacer negocios -. La nena sólo quiere regresar a los brazos de su madre, y por ello se embarcan al día siguiente en un tren bala con destino a Busan. El problema es que, justo al momento del embarque, un tipo herido se ha metido en uno de los vagones... y pronto queda en evidencia que se trata de un zombie. Mientras el tren abandona la estación vemos a lo lejos como la horda de muertos vivientes empieza a depredar a los pasajeros y al personal de la misma pero, claro, el aislamiento sonoro del tren de lujo impide a los pasajeros darse cuenta de la masacre.

Lo que sigue es ver cómo se desparrama y crece la horda dentro del tren. Algunos logran cerrar las puertas de policarbonato transparente - los zombies atinan a atacar lo que ven y lo que escuchan, pero no son diestros como para abrir pestillos - y sufrir el asedio de los infectados. La cosa está mas o menos estable hasta que llegan a Daejeon - la cual, se supone, es una estación asegurada por los militares -. Es ahí donde Estación Zombie se dispara a la estratósfera, generando un momento de alta adrenalina tras otro. La mayoría de la gente ha abandonado la seguridad del tren... sin saber que la estación está tomada. Lo que sigue es una corrida imparable de una enorme masa de zombies mientras los sobrevivientes - depredados, separados, indefensos - atinan a treparse al tren como pueden. Surgen los héroes - la práctica embarazada que tapa los vidrios con diario mojado para que los zombies nos los vean y se exciten; el esposo de la embarazada que es una máquina de liquidar zombies y se asoma como el gran héroe del filme; el deportista que vé como su equipo y sus amigos se han convertido en monstruos - y es la oportunidad de redención para Woo, quien pasa a transformarse en un guerrero a fuerza de necesidad. Cuando el grupo debe rescatar a la embarazada y a la hija de Woo - que en la estampida, se han equivocado de vagón y han debido encerrarse en un bañito a 4 carros de distancia -, lo que queda es abrirse paso a fuerza de sudor y sangre, y allí es donde el filme entra en un tranco de tensión que bordea lo insoportable. No se trata sólo de la masacre, la lucha denodada contra los zombies, sino que - cuando las fuerzas menguan - el grupo de guerreros se topa con un descubrimiento inesperado: la oscuridad obnubila a los muertos vivientes. Entre túnel y túnel deberán deslizarse con sigilo entre las criaturas y, cuando la luz regrese, deberán improvisar como sea para atraer la atención de los monstruos hacia donde ellos no están.

Estos zombies son veloces... ultra veloces. Destartalados, quebrados, descaderados, avanzan de manera imparable y, como Guerra Mundial Z, se acumulan como hormigas y trepan cosas. En un momento la horda persigue a los supervivientes hasta una vieja locomotora que han podido poner en marcha... y los engendros se toman del barandal de la máquina, apilándose, funcionando como una alfombra para que los mas retrasados puedan pisarlos y llegar hasta la cabina. Entre ésa y la formidable escena en Daegu Este - en donde se acumulan los trenes varados, sellados e infestados de zombies y una locomotora fuera de control se estrella contra ellos, liberándolos de su prisión y poniendo a una multitud de monstruos tras el rastro de los protagonistas -, la dirección de Sang-ho Yeon va de lo impecable a lo genial.

Pero donde hace la diferencia Estación Zombie es en la carga dramática de los protagonistas. No, no son totalmente tridimensionales, pero funcionan a través de las emociones a flor de piel. Como ocurría en La Guerra de los Mundos 2005 o El Monstruo, los peores padres tienen su momento de redención a la hora de salvar - a toda costa y con cualquier tipo de sacrificio - a sus seres queridos. El último acto no sólo es impactante por las persecuciones y por las peleas, sino por las decisiones extremas que los protagonistas se ven forzados a tomar. Es ahí donde Train to Busan hace una diferencia enorme sobre otros filmes de género, no conformándose sólo con la acción y el horror, sino agregando un plus emocional que resulta muy fuerte.

Es posible que Train to Busan sea el mejor filme de zombies de los ultimos años. World War Z era espectacular y shockeante pero se sentía distante, cosa que aquí - usando los mismos recursos narrativos - no ocurre. La acción golpea mas, simplemente porque el trasfondo dramático funciona en gran forma - esots personajes terminan siendo realmente interesantes y nos preocupamos en grande sobre su suerte -. No son héroes, guerreros ni científicos; son simplemente personas comunes que luchan con el corazón por defender a quienes mas quieren cuando el mundo está a punto de irse al abismo.