Invasion del mundo. Batalla - Los Ángeles

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Marciano vete a casa

Un ataque extraterrestre a escala global. Una gran ciudad de Estados Unidos, último bastión para soñar con una salvación, por la vía del coraje de sus habitantes y militares. La fórmula es repetitiva, pero funciona, en la medida en que la historia sea contada con habilidad. Y así ocurre con Invasión del mundo. Batalla: Los Ángeles.

Esta megaproducción combina con destreza elementos del cine de ciencia ficción, catástrofe, bélico, de acción, suspenso, terror y hasta dramático. En este sentido, pueden notarse varias líneas argumentales, dentro de un paquete que, de los 116 minutos que dura el largometraje, sólo le suelta la garganta al espectador para que respire durante menos de un cuarto de hora.

Toda la paleta de efectos visuales y sonoros que vienen manejando los filmes de guerra y ciencia ficción desde hace unos años a esta parte, están puestos, y bien puestos, en el filme que protagonizan Aaron Eckhart, Bridget Moynahan y Michelle Rodríguez como figuras más conocidas.

Eckhart es el sargento marine Nantz, un tipo con mala reputación en las FF.AA., a punto de retirarse del servicio. Se murmura alrededor de él, por ser el único sobreviviente de una misión en la que murieron todos sus hombres.

El plan de Nantz se ve alterado cuando una lluvia de meteoritos se convierte en un ataque exterminador de fuerzas extraterrestres. Lo citan de emergencia y queda como segundo al mando en un pelotón con misión humanitaria: rescatar a un grupo de civiles aislados tras las líneas enemigas.

Durante la incursión Nantz se reencuentra con sus fantasmas: prueba casi tan dura como sobrevivir a los aliens desparramados por las calles de Los Ángeles. El filme combina elegantemente escenas monumentales con otras, más abundantes, en las que todo se reduce a una escala más pequeña, y donde aparecen la sensación de asfixia y de zozobra vividas por los personajes. Los recursos fílmicos empleados son las cámaras al hombro, los primerísimos planos (se ven sólo los rostros y parte de los hombros) y un montaje más frenético, junto a una paleta sonora propicia.

El guión ayuda, porque está repleto de situaciones imprevistas, que hacen que la atención avance cuando parecía que iba a trabarse, se mantenga alerta cuando iba a adormilarse, o se entretenga con detalles cuando parecía que ya no había que esperar otra cosa.