Introduzione all’Oscuro

Crítica de Rodolfo Weisskirch - Visión del cine

Se estrena Introduzione All´Oscuro, lo último de Gastón Solnicki (Süden), un emotivo homenaje a su amigo Hans Hurch, director del Festival de Cine de Viena.
Hacer cine es una experiencia muy personal para cada director. A veces, la ideología queda solapada por el efectismo o la historia cuando se trata de un trabajo por encargo; otras veces se puede determinar la autoría de un realizador a través de su estética, temática de la obra o incertidumbres íntimas que atraviesan su filmografía completa.

Gastón Solnicki es un narrador en primera persona. Narra desde sus pasiones -la música- desde su historia personal -la familia- o, en el caso de Introduzione All’Oscuro, desde el duelo. La pérdida y la ausencia, el fallecimiento de una persona, quizás no tan cercana desde el lazo o en presencia física, pero sí a partir de lo que le transmitió a lo largo de una extensa amistad.

Hans Hurch murió tempranamente, en julio del 2017. Fue programador y director del Festival de Cine de Viena durante mucho tiempo y cultivó una notable amistad con el realizador argentino, con quien no sólo tenía gustos afines, sino que intentaba mantener el contacto a través de vistosas postales. Desde esa afinidad parte Solnicki para exhibir cómo era su amigo, qué lugares le gustaba recorrer, qué comía, cómo vestía, etc. El director le escapa al relato biográfico y también a la narración en primera persona. Las imágenes dejan explícito el carácter del personaje sin necesidad de subrayados ni sobreexplicaciones textuales. Esos modos “artesanales” y la sencillez del programador austríaco queda impregnada en la puesta en escena de este documental de tono vanguardista.

Solnicki se pone delante de cámara y recorre Viena intentando entrar en la mente de su amigo, pero sin dejar de ser él mismo, efectuando un viaje cultural por la capital de Austria, criticando el militarismo de la ciudad y, a través de grabaciones con Hurch, dejando testimonio de las consecuencias que el nazismo ha traído al país, antes, durante y después de la Segunda Guerra.

El film peca de ser un poco caprichoso y soberbio por momentos. Solnicki termina hablando más de sí mismo en ciertas escenas, de su carácter, de su historia, que del personaje en cuestión y ahí es cuando el relato pierde emotividad y profundidad. Es una elección de la narración que no le juega a favor. Sin embargo, los caprichos narrativos son compensados por la meticulosa puesta en escena, un detallado diseño y postproducción de sonido, una estética prolija y una elegancia que va acorde a la personalidad del realizador. En este sentido se destaca, una vez más, el trabajo del director de fotografía Rui Poças, que participó, por ejemplo, en Tabú (Miguel Gomes) y en Zama (Lucrecia Martel).

Introduzione All’Oscuro tiene códigos encriptados y un poco de elitismo en lo que refiere al público al que va orientada, pero que refuerza la teoría de que el cine también es un medio para hacer catarsis y autorreflexión. Cada director hace cine para uno mismo y lo que transmite va a ser único; cada espectador va a tener una interpretación distinta, y así mismo la va a sentir de diferente forma, acorde a la cercanía o distancia que tenga con el personaje. La empatía termina siendo un factor determinante a la hora de juzgar la película y Solnicki no la fuerza, deja que fluya implícitamente en el relato. Simplemente la emoción se siente o no, y eso es subjetivo, no una pretensión. Y de eso hay mucha autoconciencia.