Interludio

Crítica de Fernando López - La Nación

Vientos de cambio en una familia

Más allá de lo estrictamente musical, un interludio también puede marcar un cambio, una suerte de paréntesis; el fin de una etapa, la oportunidad de inaugurar otra o, al menos, de intentarlo. Las tres mujeres que en este caso están viviendo tres etapas bien diferentes de sus vidas atraviesan ahora momentos que las colocan en situaciones similares. La madre acaba de sufrir una dolorosa ruptura y como suele suceder en estos casos, ha decidido poner distancia con el pasado: un viaje con sus hijas a una playa de la costa, aunque aún estamos en septiembre -se supone-, facilitará las cosas. Sin proponérselo, quizá llevadas por las circunstancias, las tres ensayan algunos cambios: no hace falta que lo reflexionen, pero de algún modo perciben que está próxima la posibilidad de algo nuevo.

La joven madre se atreverá a afrontar sus miedos e intentará dejar a un lado el llanto que ya le ha dejado visibles marcas en el rostro: la más pequeña, juguetona y muy dada a las fantasías, por fin se las permitirá, aunque con su travesura termine generando un enorme susto en la familia. Y quien irá más lejos será la adolescente, cuando se atreva a vivir una aventura romántica con otra chica de su edad. El tema de la preferencia sexual es abordado con especial delicadeza y sensibilidad por Nadia Benedicto, de quien también hay que destacar la belleza de las imágenes que obtiene de los exteriores de Lucila del Mar, donde se rodó todo el film.