Interestelar

Crítica de Álvaro Fuentes - La cueva de Chauvet

Más historias y menos autores

Luego de ver Interestelar, creo que el problema de Christopher Nolan son los guiones. Cierto enrevesamiento constitutivo de las historias que se propone contar. Historias que muchas veces escribe junto a su hermano Jonathan Nolan. A los grandes directores la autosuficiencia puede jugarles en contra.

Hitchcock no escribía sus guiones sino que los mandaba a hacer sobre la base de novelas que le interesaban y luego, por supuesto, con estos terminados, obraba sobre ellos con total libertad, introduciendo ese importante concepto de la teoría cinematográfica que es “el corte del director”. Rohmer, que antes de dedicarse a la dirección hacía crítica de cine, señalaba que el hecho de que el director inglés no escribiera los guiones había servido a los críticos franceses para fundamentar su teoría de que el cine era una cuestión de autores principalmente, y no de guiones. La libertad al momento de filmar, sostenían los cahieristas, es un aspecto crucial del cine, mucho más importante que la instancia previa de escritura de la historia en papel. El hecho de que un mismo guión pueda contarse bien o mal, según la capacidad autoral, parecía demostrar ese punto de vista.

Pero volvamos a Nolan. Como muchas otras películas del director, Interestelar empieza de un modo enrevesado y termina todavía peor. Se describe un mundo atacado por inmensas humaredas que tarde o temprano aniquilarán las extendidas cosechas de maíz. Se cuenta la historia de un granjero inmerso en esa realidad, que no sabemos bien por qué pero además es astronauta, y que descubre las coordenadas en que se ubica una instalación de la NASA desde la que se planea una misión para buscar planetas habitables para la especie humana en un futuro cercano. No sabemos muy bien por qué pero este granjero-astronauta se convierte en el piloto de la tripulación que saldrá en busca de la salvación para la humanidad.

Todo este comienzo resulta enrevesado, como decía, básicamente porque el director no apuesta a una fórmula convencional, mostrando claramente y desde el inicio los componentes de la historia, sino que propone un juego permanente de ocultamiento de intenciones. No sabemos bien qué sucede en ese planeta tierra enrarecido, no entendemos ciertos hechos sobrenaturales que tienen lugar, a lo que debe sumarse la construcción precaria de un personaje que cosecha maíz y es astronauta al mismo tiempo. El enrarecimiento parece ser la estrategia para hablar de un mundo diferente al que conocemos, pero se cae en un enrarecimiento de la propuesta cinematográfica misma.

Intenta recrearse un mundo distópico apelando a la idea de que las profesiones humanas se dividirán en el futuro entre granjeros e ingenieros espaciales. Pero esta idea está resumida en una única escena en que el granjero-astronauta se enoja con las autoridades de la escuela de sus hijos, porque por las notas que tiene uno de ellos no podrá aspirar a otra cosa que granjero. Fuera de esta escena, que parece sacada de contexto, prácticamente no se vuelve a tratar el tema.

Se podría hablar de toda la teoría científica planteada, que también es insoportablemente enrevesada. Se mezclan una multiplicidad de temas, como la gravedad, los agujeros negros, las condiciones medioambientales de supervivencia del ser humano, entre otros, para culminar con una teoría basada en que existen puntos perdidos en el cosmos desde los que pueden operarse perforaciones de la espacio-temporalidad terrestre. No hace falta ser experto en estos temas para darse cuenta que la base teórico-científica de la película no constituye un fundamento claro y sólido para la construcción de la historia.

La película Memento, que hizo a Nolan famoso por ser una obra audaz del cine independiente, posee este mismo carácter enrevesado que puede rastrearse en otras obras posteriores del director: gran parte de la saga de Batman, Inception y ahora también Interestelar.

Más allá de la fascinación que suelen producirme sus películas (Memento la vi varias veces queriendo comprenderla mejor y Batman el caballero de la noche me parece una obra maestra sobre todo por la síntesis de época expresada en el genial personaje del guasón), debo confesar que las historias escritas por Nolan tienen una tendencia a complicarse más de lo necesario. En mi opinión, se trata de un gran autor cinematográfico, con innegable capacidad de construir poderosas escenas, pero con menor capacidad de producir un buen texto cinematográfico. Un hecho que demuestra esta hipótesis es su remake de la noruega Insomnio. La primera vez que Nolan trabaja con un guión ajeno y ya probado. Una película visual y argumentativamente bien ejecutada, principalmente porque narra una historia que ya había sido contada con éxito por el cine policial nórdico.

Moraleja: el cine no lo hacen solo los autores, también los buenos guiones. Hay directores más cautelosos, que saben cuándo dejar la tarea del guión a los guionistas, y otros más omnipotentes, que caen con más facilidad en el error. Y los debe haber, aunque no se me ocurre ninguno en este momento, que escriben y dirigen magistralmente, pero estos son casi inexistentes dado que somos humanos, y algunas cosas siempre nos saldrán mejor que otras.