Interestelar

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

El amor, en tiempos de la Teoría de la Relatividad. Interestelar es la última incursión en el cine fantástico de Christopher Nolan, un tipo que a esta altura ya se ha hecho un merecido lugar entre los directores mas grandes de la historia. Desde Memento hasta El Origen - sin olvidar esa joya que fue Batman: El Caballero de la Noche, y toda la trilogía del encapotado -, Nolan ha dado muestras de sobra de ser un tipo inteligente y talentoso, creando obras originales e innovadoras. Ahora es el turno de Nolan de imitar a Kubrick, creando su propio propio 2001, Odisea del Espacio - un fetichismo que ha obsesionado (y han querido emular) tipos del calibre de Danny Boyle, Darren Aronofsky e, incluso, Steven Soderbergh -, generando una obra de ciencia ficción pensante y con aspiraciones metafísicas. El problema es que, después de un buen comienzo y un gran desarrollo, Interestelar termina metiéndose en un terreno tremendamente extraño en el tercer acto, el cual podrá ser aplaudido por la comunidad científica - después de todo, Nolan es un entusiasta del ensayo científico y sus obras están construídas con el asesoramiento de un ejército de especialistas - pero, para la plebe, tiene el sabor de un Deus Ex Machina tremendamente traído de los pelos.

El inicio del filme tiene su cuota de desprolijidades narrativas. A cuentagotas vamos descubriendo lo que pasó, pero uno nunca termina de entender el todo. Al parecer los recursos se agotaron, los gobiernos entraron en crisis, los ejércitos se disolvieron (¿cómo?; si se trata de una crisis terminal, ¿cómo van a mantener el control de las masas, devenidas en un seguro caos?; si el hambre prospera, ¿por qué no iniciar invasiones y genocidios para apoderarse de los terrenos mas prósperos?). En esa carestía de recursos y energía, Matthew McConaughey maneja una Ford F100 con un motor enorme, y opera un ejército de cosechadoras guiadas por GPS. El tipo cultiva maíz - aunque era un astronauta! - y lo debe vender en algún mercado local, el cual no ha sido arrasado por las turbas hambrientas de milagro. La frutilla del postre es el funcionamiento de las escuelas a nivel nacional, las cuales van a sacar libros de historia corregidos diciendo que nunca llegaron a la Luna y que todo fue una operación publicitaria montada en los medios para combatir a los malditos comunistas de la Unión Soviética - otra que "el relato" - , una barrabasada urdida para desalentar a la gente a ser cientificos y formarse como granjeros. Es un futuro plagado de inconsistencias y cosas traídas de los pelos, demasiado prolijo para ser un escenario pre-apocaliptico.

Las cosas no mejoran con la aparición de una serie de fenómenos en la casa de McConaughey, en donde los libros de la biblioteca se caen al piso y, al ver los huecos dejados en los anaqueles, uno - con demasiado tiempo libre - puede percibir una especie de mensaje en código binario. Las cosas se ponen mas absurdas cuando la tierra del piso forma una serie de rayas, las cuales presuponen ser la latitud y la longitud de una locación a la cual - esta fuerza sobrenatural que mueve libros - quiere que McConaughey vaya. El tipo se encarama a su pickup devoradora de combustible junto con su avispada hija y termina en una base oculta del gobierno en donde yace los restos de la NASA. Ahi se topa con un antiguo amigo y su apetecible hija, y se entera de que están preparando una misión interestelar para salvar la humanidad... y quieren que él la pilotee. ¿No era mas fácil llamar por teléfono? ¿Nadie sabía donde vivía McConaughey?. Si McConaughey no aparecía,¿la humanidad estaba condenada a la extinción, simplemente porque no encontraron un maldito piloto para comandar la nave?.

Las cosas se ponen mucho mejor en el Acto II, cuando la historia se mete en la exploración espacial y en el terreno de la teoría científica. Entre los trajes, los efectos visuales y la temática, hay momentos en donde Interestelar se aproxima a la visión de la ciencia ficción rusa de los años 50 y 60, ésa en donde los astronautas eran émulos de Cristobal Colón y formaban un puñado de temerarios adentrándose en lo desconocido, un terreno tan vasto como aterrador. Las cosas salen mal porque las naves no son mas que latitas de gaseosa algo mas sofisticadas, y sometidas a gigantescas presiones producidas por el vacío, las ráfagas gravitacionales y las presencia de todo tipo de amenazas subyacentes en el cosmos. Como dicen un personaje en un momento: "es estremecedor pensar que solo un par de milimetros de aluminio me separan de morir en el gélido vacío del espacio".

Ciertamente los temas que toca el Acto II son fascinantes. La idea del arca de Noé embrionaria - llevar esperatozoides y óvulos para montar una colonia en algún lugar remoto del Universo, pensando en la superviviencia de la especie mas que en la supervivencia de los humanos actuales - es formidable (aunque, pregunto: ¿quien es la mujer que se quiere ofrecer como voluntaria para actuar como incubadora serial de colonizadores?). El tránsito por el agujero de gusano es estremecedor - una versión aggiornada del viaje estelar del climax de 2001, Odisea del Espacio -, lo mismo que la aventura alrededor del masivo agujero negro. Es como una versión de la serie Cosmos de Carl Sagan pero con actores de primera categoría. Y desde ya está el drama humano, con la hija que se niega a aceptar el abandono de su padre por una causa mucho mas heroica y humanitaria, como es adentrarse en el espacio para hallar el nuevo refugio que precisa nuestra especie.

Mientras que el Acto II está plagado de momentos brillantes - el planeta de las mareas gigantes; el gélido paraíso donde mora Matt Damon; el rescate de la nave interestelar a último momento de incinerarse en el reingreso a la atmósfera -, donde Interestelar mete la pata es en el Acto III. (alerta spoilers) Lo que uno asumía como angeles guardianes - seres extraterrestres que mandaban mensajes y pistas para que la humanidad encuentre una vía de salida -, se transforma en una solución tan absurda como insatisfactoria. Ok, el espacio se puede doblar, y puede que uno entre en una dimensión en donde pueda materializar sus pensamientos, e incluso viajar en el tiempo / espacio pero... ¿mandar mensajes tirando libros y esperando que alguien los descifre?. ¿Mandar un código Morse mediante el segundero loco de un reloj pulsera archivado desde hace décadas?. Es un momento en donde Nolan exige demasiado a la audiencia, un salto de fe que mi juicio, no lo amerita. Incluso el tema de recopilar información mediante el robot parlanchin, pensando en mandarla afuera... ¿cómo?. ¿Cómo pensaban mandar a a Tierra esos datos si no sale información mas allá del agujero de gusano (y mucho menos, de un agujero negro)?. Es como que el agujero negro es una gigantesca caja de Pandora que Nolan utiliza para atar el nudo a las diversas tramas argumentales, pero no deja de ser un recurso tremendamente rebuscado. Después le sigue el tema de recoger al sobreviviente en el espacio, el cual es llevado a bordo de una masiva nave interestellar que, en vez de llevar mas gente a bordo, prefiere gastar inútiles (y masivas) cantidades de espacio recreando granjas - museo o estadios de baseball. Es un climax estirado e insatisfactorio. Era mejor que los alienígenas existieran (después de todo la aparición del agujero de gusano es inexplicable), y que los héroes murieran mandando la data en vez de una retorcida reconciliacion en la recta final del filme (fin spoilers).

No creo que Interestelar sea la obra maestra de Nolan que todos proclaman. Es una pelicula épica, inteligente e intensa, pero tiene su cuota de cosas atadas con alambre que no me terminan de cerrar. Olviden el espectáculo visual, dejen de lado las excelentes actuaciones, vean la lógica de la trama. Yo creo que Inception, aún con todos sus defectos, es superior a Interestelar y, en especial, su final era mucho mas mistico y satisfactorio. Como suele pasarle a los genios, a veces su inteligencia los acerca tanto al Sol que el procedimiento termina por incendiarle las alas... y aquí algo de ello ocurre, en donde hubiera sido preferible modelar otro final menos excéntrico para culminar con éxito lo que debería haber sido una segura obra maestra.