Intensa - Mente

Crítica de Diego Paz - La cuarta pared

Luego de que tres de los últimos cuatro films de Pixar Animation Studios fueran secuelas/precuelas (Toy Story 3 en 2010, Cars 2 en el 2011, y Monsters University en 2013), la realizadora volvió a un proyecto original con la deslumbrante Inside Out (en nuestro país traducida como Intensa-Mente).

Pero antes... mirá que inteligentes que son estos de Pixar -y que turros- que ya se van preparando para jugar con tus emociones desde antes de comenzar la película, con el cortometraje Lava: la historia de una isla volcánica en medio del océano, que presencia cómo todo y todos a su alrededor están en pareja, lo cual lo inspira a cantar una plácida melodía de tonos hawaianos (piensen en el cover de "Somewhere over the rainbow", por el difunto Israel Kamakawiwo'ole) añorando una compañera que le dé fin a su soledad, que sienta esa misma pasión, ese mismo fuego, que siente él en su interior. Una historia de amor correspondido pero a destiempo, tranquila y serena, no es para nada azarosa la elección de Lava como corto previo, ya que te ablanda y te deja a punto caramelo.

Y ahora sí, comienza Intensa-Mente. Y comienza en el sentido más estricto de la palabra, porque conocemos a Riley, nuestra joven protagonista, desde sus primeros segundos de vida, cuando abre los ojos apenas nacida. Y allí están sus padres, claro. Y también está Alegría, la primera emoción que siente la niña (con una rapidez y maestría envidiables, el guión ya deja bien en claro cuál será el rasgo predominante en la personalidad de Riley). Luego van apareciendo Tristeza, Miedo, Furia y Desagrado. Entre los 5 sentimientos irán moldeando el carácter de la niña, turnándose para determinar qué tipo de emoción controlará las reacciones de ella en su vida cotidiana: ¿hará un berrinche porque no le gusta el brócoli? ¿Tendrá miedo y evitará saltar? ¿Se enojará cuando la retan? ¿Intentará responder con su mejor sonrisa y poniéndole buena onda a una situación incómoda? Claramente Alegría es la que lleva la batuta en el Cuartel Central dentro de la mente de la pequeña (una especie de mando de control de alguna nave típica de ciencia-ficción, con un panel enorme lleno de botones y palancas), convirtiendo a Riley en una nena definitivamente risueña y feliz.

Siguiendo con el procedimiento de manera casi religiosa, dichas reacciones de Riley se convierten en recuerdos dentro de unas esferas coloreadas de acuerdo a la emoción predominante en ese momento. Luego, al final de cada día, se almacenan en los interminables archivos de Memoria a Largo Plazo. Cada tanto, alguno de esos momentos se convierte en un Recuerdo Central (esos aquellos realmente importantes y especiales, que dejan huella) y es derivado a las Islas que moldean la personalidad: la Isla de las Bobadas, la Isla del Hockey (su deporte favorito), la Isla de la Amistad, la Isla de la Honestidad, y la Isla de la Familia. Si hasta ahora todo parece muy complicado, créanme que los realizadores lo explican en muy pocos minutos con una naturalidad y simpleza envidiables, todo a base de colores y personajes inmediatamente identificables.

Hasta ahí, todo normal. Pero entonces el padre de Riley consigue un nuevo y mejor empleo, por lo que la familia debe abandonar la fría Minnesota y mudarse a San Francisco para comenzar una nueva vida. Eso significa adiós mejor amiga, adiós liga de Hockey... y hola nueva habitación, nueva escuela, nuevo todo. Si la mudanza es considerada una de las experiencias más traumáticas para un adulto, imagínense lo que sucede en la mente de una nena de 11 años. Tristeza comienza a aparecer de a poco, a meter la pata sin querer, porque... a veces (la) Tristeza es así: simplemente se aparece y "contamina" lo que hasta entonces eran lindos recuerdos. Tras un complicado primer día de clases en la nueva escuela, y de un desperfecto técnico provocado por Tristeza (¿cuándo no?) en el Cuartel Central, ésta y Alegría terminan siendo enviadas por error a los archivos de la Memoria a Largo Plazo. Con Miedo, Furia y Desagrado momentánea y torpemente controlando las reacciones de Riley, Alegría y Tristeza deben volver como sea al Cuartel Central antes de que la niña entre en crisis y pierda su personalidad alegre. Por suerte ambas se lo cruzan a Bing Bong, el viejo amigo imaginario creado por Riley en su infancia: un... algo... con cuerpo de algodón de azúcar, y cruza de elefante con gato con delfín, Bing Bong ayuda a nuestras protagonistas a encontrar el método de regreso... y de paso, ser recordado por la pequeña, a quien hace años que no ve (y acá comienza uno de los temas principales de la historia). A partir de aquí, el desarrollo de la película adopta un formato casi de road movie, con los personajes viajando y conociendo distintas locaciones, más alguna que otra persecución y complicación a lo largo del camino. Repitiendo la fórmula pixariana de Woody-Buzz o de Marlin-Dory, Alegría y Tristeza tienen personalidades totalmente opuestas, pero durante su aventura aprenderán a conocerse y a trabajar juntos por un fin común.

Y listo, no puedo contarles más nada. Porque una de las mejores cosas de Intensa-mente es ir descubriendo minuto a minuto el maravilloso mundo creado por Pixar, totalmente único y rico en detalles, conociendo lugares que -afortunadamente- no mostraron en ningún trailer, como el cuarto del Pensamiento Abstracto, los distintos sectores de Imaginalandia, o los estudios cuasi-hollywoodenses donde se "filman" los sueños, en una divertidísima secuencia donde actores interpretan roles con los recuerdos del día, y vemos la creación tanto de sueños como pesadillas con un agregado clave: el filtro de la realidad distorsionada.

Y acá reside justamente uno de los principales atractivos del film. El director Pete Docter (el mismo de Monsters, Inc. y de Up), junto Ronaldo Del Carmen como co-director (el cortometraje Dug's Special Mission), estuvieron puliendo el guión durante 5 años, y se nota en cada broma, cada chiste pensado con suma inteligencia. Bromas que, por supuesto, somos los adultos quienes realmente apreciamos. Cómo no reir cuando vemos que los operarios de la Memoria a Largo Plazo, eligiendo qué recuerdos borrar y qué recuerdos mantener, deciden eliminar los números de teléfono porque... ¿qué sentido tiene recordarlos, si ya los tenemos todos agendados en el celular? ¿O el gag recurrente de la típica canción de comercial televisivo que no podés sacarte de la cabeza? La película está plagada de este tipo de escenas, siempre alternadas con humor físico para los más chicos y la requerida cuota emotiva. El balance entre todos estos elementos es impecable. Cada vez que parece que la trama se pone demasiado profunda, hay algo de humor físico, y cada vez que parece que la cosa se va a poner demasiado infantil, hay algo de drama.

Todo el apartado visual y técnico del film es, como era de esperar, exquisito e insuperable. El diseño de los 5 sentimientos (desde su vestuario hasta su lenguaje corporal) es perfecto: Alegría, por ejemplo, es pura jovialidad, moviéndose a los brincos y con la gracia de una bailarina, irradiando un particular brillo que los otros personajes no poseen, con un vestido corto y un peinado juvenil. Su contrapartida, Tristeza, viste una simple polera y lleva el cabello planchado, se mueve arrastrando su cuerpo perezosamente o -directamente- dejándose arrastrar. Cada aspecto del funcionamiento de la mente de Riley está repleto de brillo y color, mientras que su nueva actualidad en San Francisco es totalmente gris y opaca. Y todo esto se traslada de manera individual a cada uno de los personajes humanos: los sentimientos en la mente de los padres de Riley son los mismos pero se ven distintos, acorde a ellos (incluso cada mente está liderada por un sentimiento distinto). Los diseñadores y guionistas de Pixar pensaron meticulosamente en cada detalle visto en pantalla.

Por su parte, los actores y actrices que ponen las voces en la versión en inglés se desempeñan de manera soberbia en sus roles: Amy Poehler (SNL, Parks and Recreation) es especialmente ideal como Alegría, lo mismo que Phyllis Smith (The Office, Bad Teacher) como Tristeza. El resto del elenco no tiene fisura alguna: Kaitlyn Dias (The Shifting) como la pequeña Riley, Lewis Black (The Daily Show) como Furia, Bill Hader (SNL, Superbad) como Temor, Mindy Kaling (The Office) como Desagrado, Kyle MacLachlan (Twin Peaks) como el Padre, Diane Lane (Man of Steel) como la Madre, y una mención especial para Richard Kind (Spin City) por su gran trabajo como el adorable Bing Bong.

Sinceramente me cuesta mucho encontrar un punto negativo, o por lo menos no tan bueno, para mencionar o destacar. Quizá que... ¿no tiene una canción pegadiza, de esas que no te sacás de la cabeza durante unos (cuantos) días? Algo similar a "You've got a friend in me" en Toy Story, o "Under the sea" en Finding Nemo, o la misma banda sonora de Up (también compuesta por Michael Giacchino). ¿O que, al ser algo más cerebral y emocional, quizá no tiene el mismo porcentaje de humor que otros largometrajes de la realizadora? No sé. Siento que le estoy buscando el pelo al huevo, realmente.

Si por casualidad se están preguntando, en base a lo leído hasta ahora, si realmente da para llevar a los nenes... ¡por supuesto que pueden -y deben- llevarlos! Les va a encantar, por el humor físico de algunos de sus personajes y el increíble colorido de todo. Pero como viene sucediendo con las mejores películas infantiles (y especialmente con las de Pixar) son los adultos quienes van a entender por completo el relato, la magnitud del mensaje, lo que realmente sienten y transitan los protagonistas.

Porque de eso se trata todo esto: de crecer. De cómo llega un momento en nuestra vida en que debemos aprender a lidiar con los momentos difíciles y aceptar que, a veces, es necesario -y hasta obligatorio- sentir cierta tristeza, para que eso luego lleve a sentir otras cosas... y avanzar. Hay recuerdos donde pueden convivir la Alegría y la Tristeza en perfecta armonía (¿acaso habrá sido así que nació la melancolía?). Y a medida que Riley crece, entra en la pre-adolescencia y se acerca a la tan temida Pubertad, esas cinco voces en su cabecita dejan de ser tan tajantes y comienzan a fusionarse, dando lugar a nuevas sensaciones y experiencias. Ese asombro infantil donde todo es alegría o todo es todo tristeza o todo es enojo... se vuelve cada vez más complejo. Porque el mundo y nuestro entorno, nuestra vida, se vuelve más compleja. Y nosotros, acorde a eso, debemos cambiar. Debemos madurar.

Como para cerrar, y completamente a título personal, les cuento esta anécdota simpática: fui a ver la peli el Viernes, a las 20 hs. Sala repleta. Yo ubicado sobre el lateral izquierdo, en esas filas de tres butacas. Durante el clímax emocional de la película, se produjo -por primera vez desde que comenzara- un silencio sepulcral: era evidente que los más chicos estaban comprendiendo -por lo menos en parte- lo que estaba ocurriendo en pantalla... y que los más grandes se estaban/nos estábamos conteniendo las lágrimas. Logro oir un leve sollozo en la fila detrás mío: alguien se estaba aguantando las ganas de llorar. Pocos minutos después termina la peli, se encienden las luces, me pongo de pie y -con la excusa de ponerme el abrigo- me doy vuelta para ver quién era que estaba lloriqueando: había una madre, una nena... y un padre. Un tipo cuarentón, completamente pelado, rostro serio, de ceño fruncido... y con los ojos vidriosos; claramente había sido él. Cuando me estoy retirando hacia el pasillo, vuelvo a mirarlo, como para cersiorarme, aún sorprendido. Y me encuentro con que el tipo me estaba siguiendo con la mirada, y me asiente ligeramente con la cabeza, como diciéndome "VOS TAMBIÉN LLORASTE, hijodeputa... se te nota".

Al terminar de ver la película te queda la sensación de que un día, los mismos capos de Pixar, John Lasseter y demáses, reunieron a todo su staff y les dijeron: "Bueno, muchachos... es hora de que nos dejemos de chorear un rato con los éxitos asegurados y volvamos a sacar ideas innovadoras, como hacíamos antes... de volver a demostrarles a todos estos pichis por qué somos los mejores", dando como resultado un derroche absoluto de originalidad, ingenio, humor y ternura. Intensa-Mente es Pixar en su punto más alto.

VEREDICTO: 10 - PERFECTA (MENTE)
Luego de dos años, Pixar volvió con todas las luces y nos trae lo que, muy posiblemente, sea su mejor film hasta la fecha (lo cual es decir mucho). Intensa-Mente es una maravilla repleta de frescura, originalidad, sentimientos a flor de piel y muchos colores. ¿Oscar a Mejor Película Animada? Debería estar nominada a Mejor Película. Y punto.