Intensa - Mente

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

Mirada inteligente y divertida sobre las emociones y la niñez

¿Qué pasa dentro de la cabeza de Riley, una nena de 12 años? Cinco emociones predominantes manejan su día a día: tristeza, alegría, furia, desagrado y miedo. Y el film se instala allí dentro de una cabecita que vive saltando de un lado a otro. Riley sufre por la mudanza: no sólo ha perdido la infancia; también su hogar, su ciudad, su escuela, sus amigos. Las emociones que bailan en su mente, tienen tareas de sobra. Con humor, inteligencia, acción y chispa el film nos deja ver las ilusiones, rabietas, rebeldías y recuerdos de una Riley en pleno cambio.

La estructura narrativa es compleja, porque la historia no le saca el cuerpo ni a las abstracciones ni al inconsciente. Desde su ágil y colorido empaque, “Intensa-mente” propone un reconocimiento al importante lugar que ocupa la tristeza en el mundo de la infancia. Y nos habla también de esa época, cuando los padres no pueden responder a todas las preguntas de las nenas que crecen. Y de la llegada del asombro, de los juegos y de las nuevas preguntas que ocuparán su cabeza. Pixar-Disney ha recuperado con “Intensa-mente” el formato inspirado y exigente que lo ha consagrado. La poesía y la melancolía alumbran otra vez la soledad de la niñez, como en “Toy Story” y “Wall-E” sus obras maestras. Este film no alcanza esa altura. Aporta aventuras, humor y acción, pero también una mirada entre compleja y confusa que puede dejar a muchos niños afuera.

En “El sueño de Walt”, Disney (Tom Hanks) le decía a la autora de Mary Poppins: “todos tenemos nuestros cuentos tristes, pero no hay que quedarse detenido en esos recuerdos”. Y el film parece viajar desde aquel sueño a este cerebro.