Insurgente

Crítica de Rodolfo Weisskirch - Loco x el Cine

“¿Me elegís porque soy el menor de los males?” Y sí. A veces, cuando hay que elegir entre dos películas malas, elegimos la menos peor. Este es el caso de Insurgente, secuela de Divergente, completamente intrascendente igual que su predecesora, pero al menos un poco más entretenida, lo que la convierte en un producto menos peor.

El film de Robert Schwentke puede sumarse a lista de secuelas que superan a sus predecesoras. Probablemente, esto se debe a que Insurgente toma como principal referencia a El imperio contraataca (1980), también conocido como Episodio V, dirigido por Irving Kershner. Schwentke, cuya filmografía está integrada por films mediocres, entre los que se destaca únicamente RED –la primera- prefiere cargar a la adaptación de la saga de Verónica Roth de adrenalina y acción antes de filosofía barata para adolescentes que consumen otras sagas como Los juegos del hambre o Crepúsculo.

La historia vuelve a transcurrir en un tiempo futuro donde la humanidad vive separada por un muro y dividida según sus habilidades en Osadía (el ejército) Erudición (los intelectuales), Verdad (abogados y jueces) y Cordialidad (los agricultores). Los abnegados decidieron no formar parten de ningún clan y los sin facción son los vagos que dan vueltas por el mundo sin rumbo. Dividiéndose de esta manera se llega a una sociedad pacífica. El problema son los Divergentes como Tris –Shailene Woodley, la protagonista- que como tienen todas las facciones son “peligrosos” para el sistema.

En el principio de Insurgente, Tris se está escapando del sistema, y junto con su novio y su hermano, paran con los cordiales, que son una comunidad pacífica integrada por amish y hippies, básicamente. El orden se rompe cuando Tris empieza a sacar afuera su costado osado, rencoroso y violento… y porque los osados la siguen persiguiendo.

Tris y su banda irán saltando de clan en clan hasta enfrentarse a Jeanine –nuevamente Kate Winslet- quién la quiere someter a las pruebas que desarrolla un aparato encontrado en la casa de los padres de la protagonista –asesinados en el primer film- que encontrará a través de simulaciones, al elegido para restablecer el orden

Si dejamos de lado la filosofía barata, los diálogos forzados, el discurso obvio y subrayado, nos encontramos con una película de acción medianamente decente. Schwentke no innova demasiado, pero es menos solemne y pretencioso que Neil Burger. Por eso prioriza la acción, que tampoco es demasiado sofisticada por sobre el guión, que es bastante predecible y elemental.

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Como decíamos en un principio, Schwetke parece ser bastante fan de El imperio… ya que no oculta algunos momentos inspirados en la misma. El personaje de Peter –Miles Teller- es el estereotipado traidor del grupo, pero con un costado benevolente. Como si se cruzara a Han Solo con Lando Calrissian. La útima prueba que debe asumir Tris es enfrentarse contra sí misma, algo similar a lo que le sucedía a Luke Skywalker mientras entrenaba con Yoda. Por otro lado, el centro de operaciones de Jeanine es similar a la “Ciudad en las nubes” donde sucede el final de El imperio… Tampoco falta un obvio plano que cita al momento en que Han Solo es retirado carbonizado. Y por supuesto, un personaje se reúne con su madre, a quién creía muerta.

Insurgente, es más oscura, sensual y entretenida que Divergente. Cae en lugares comunes y está repleta de clisés. La subtrama romántica es ridícula y patética, filmada con un amateurismo alarmante. Aún no puede sacarse de encima el manto de la solemnidad y la carga dramática sobre cada personaje, para incorporar un poco de humor al relato, pero al menos, aquel que no es fan ni lector de la saga, puede suspirar aliviado que no se va a aburrir.

Triste es seguir encontrando a buenos actores (Woodley, Winslet y ahora Naomi Watts, Octavia Spencer y Daniel Dae Kim) en sus peores interpretaciones, pero incluso así, Insurgente es el mal menos peor.