Insurgente

Crítica de Martín Chiavarino - A Sala Llena

Cinegética adolescente.

Insurgente (Insurgent, 2015), la segunda parte de la trilogía de las sobredimensionadas novelas de la saga de Divergente (Divergent), escritas por Veronica Roth, continúa con el hilo argumental de la primera parte, manteniendo el tono adolescente y los altos niveles de testosterona en una película que ni siquiera logra superar a la mediocre primera entrega. Al igual que la medianamente aceptable saga de Los Juegos del Hambre, esta trilogía busca reproducir el éxito generado por sagas como la de los extraordinarios libros de El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien y sus más recientes imitadores, Harry Potter de J.K. Rowling y la anodina Crepúsculo de Stephenie Meyer. La industria cultural, al igual que todas las demás industrias en la era de la especulación financiera, solo busca a cualquier precio un éxito inmediato que se consume en su propia letra agotada, sin nunca incorporar un cuestionamiento real de los valores establecidos, lo cual sería peligroso y -tal vez- poco rentable.

En esta oportunidad, Tris y Cuatro se esconden en la apacible comunidad de la facción de Cordialidad, tras el golpe de estado de Erudición y el genocidio sobre Abnegación, facciones en las que se divide una sociedad distópica que se basa en la elección voluntaria de una de las facciones (Erudición, Abnegación, Osadía, Cordialidad y Verdad). Dentro de esta organización quedan dos tipos de personas en los márgenes. Por un lado, los sin facción son vagabundos que no encajan en ninguna de estas facciones y se ven obligados a errar por la ciudad bajo el caritativo cuidado de Abnegación, y por otro lado, están los divergentes, sujetos que pueden encajar en más de una facción y son vagamente peligrosos para este experimento que busca refundar una nueva sociedad después de una cruenta guerra acaecida hace ya doscientos años.

La última película del director Robert Schwentke erra el camino al respetar un género que nada tiene para aportar y ya ha sido llevado hasta sus límites y contradicciones en las franquicias antes mencionadas. Siguiendo las estructuras estipuladas por este subgénero de la ciencia ficción, Insurgente tiene breves escenas de amor aptas para todo público y mucha acción para mantener el interés en la pantalla y olvidar la falta de contenido y de ideas sobre conceptos tan bastardeados políticamente como la paz.

En medio de las ruinas de nuestras cavernas de acero se yergue Insurgente para que adolescentes confundidos corran sin sentido en círculos creyendo que hace falta un héroe para terminar con las injusticias sociales, mientras las grandes corporaciones se vanaglorian en su apogeo dividiendo a los trabajadores en facciones por sus consumos, cuando las transformaciones colectivas reales son procesos basados en la organización, el trabajo cotidiano y la paciencia.