Insurgente

Crítica de Jonathan Plaza - Función Agotada

Indulgente

El año pasado se estrenaba Divergente, transposición de la primera parte de la serie distópica escrita por Veronica Roth. Aquella película fallaba por una alarmante falta de coherencia en los elementos que la componían. El tono actoral solemne era acompañado de una narrativa tan pobre que en más de dos horas sólo alcanzaba a arribar a donde lo hacía Los Juegos del Hambre en los 20 de la primera parte. La edición digna de un videoclip y la música que la acompañaba recordaba al Disney de los 90´s. Todo esto era sumado a un argumento que no sólo no aportaba nada nuevo sino que además hacía mal lo ya visto cientos de veces. Lamentablemente Insurgente (Insurgent), segunda parte, no mejora.

Cualquiera que haya visto el primer film entendía la mecánica de establecimiento de Tris como la elegida. Todos, parece, menos los realizadores, que necesitan de una secuela entera para contarnos esta misma idea. Y para estar seguros de ser claros, pasan gran parte del film verbalizándolo. Insurgente pudo haber sido la última media hora de Divergente si ambas hubiesen estado bien contadas, pero no, esta secuela dura 119 minutos rellenos con arcos argumentales circunstanciales que, al igual que en la primera parte no van a ningún lado y tampoco interesan.

El universo de la saga no es realmente complejo como para explicarse en tanto tiempo, ya en la voz off inicial de la primer parte imaginábamos no sólo lo que luego vimos en aquella, sino además parte de lo que vemos en su secuela.

Insurgente no aporta nada significativo respecto a la película anterior que a su vez no aportaba nada significativo al género.
El gran problema en lo que va de la saga es, sin dudas, que sus realizadores realmente creen que están haciendo una gran reflexión social con todo esto. Creen seguramente que sus diálogos no son acartonados, que Tris es un personaje carismático y sobre todo, que no nos dimos cuenta aún que ese universo distópico de exacerbación en la separación de facciones (clases) sólo está ahí para, en el final, instaurar un orden “libre” en donde cada uno pueda ser lo que desea. O sea, para llegar al mismo lugar en donde estamos como sociedad hoy en día. En ese momento estos niños (entrenados previamente como policías) van a descubrir “que todos somos diferentes (divergentes)”. Lo mismo que plantean las publicidades de Levis y Convers, sólo que de una forma mucho más afable y sin necesitar una saga que completa va a rondar las seis horas.