Balada de un hombre común

Crítica de Rodrigo Piedra - Indie Hoy

El silencio de las cosas

El cine se ha cansado de mostrarnos personajes que estaban en el lugar indicado, al momento indicado. Pero no particularmente los Coen. En su cine abundan los losers y el año pasado estrenaron algo así como la insignia moderna del loser: la hermosa Inside Llewyn Davis (Balada de un Hombre Común en nuestras salas comerciales), una película que ¿sorprendentemente? no estuvo nominada a Mejor Película en la pasada edición de los Oscars: cuando hay lugar para nominar a 10 cintas, este año decidieron limitarse a 9. La razón puede ser que ya estaba Nebraska, y dos películas de losers en el gran reviente del cine yanqui, parece como mucho.

La historia nos sitúa en la Nueva York de comienzos de los ’60, específicamente en el barrio residencial Greenwich Village. Ahí vive (o deambula) Llewyn Davis (protagonizado por Oscar Isaac), un joven cantautor folk que no tiene vivienda fija, no tiene ingresos pero siempre carga con su guitarra a cuestas. Lejos estaba todavía de la explosión folk, y ese género musical era un poco bastardeado por los productores y por el gran público de ese entonces. Sin embargo, había tenido un grupo medianamente exitoso con un amigo que lamentablemente había fallecido tiempo atrás. Llewyn Davis quiere ser solista.

Parece que Bud Grossman, un gran productor, estaba abierto a escuchar nuevas audiciones pero en Chicago: sin absolutamente nada que perder, Davis se embarca en un road-trip con dos desconocidos, y obviamente todo saldrá mal. Sus acompañantes no son los compañeros de viaje que uno desearía tener y tras la audición con el productor encarnado por Fray Murray Abraham decide resignarse, a pesar de haber dado una íntima y hermosa prueba.

inside llewyn davis

Su banda sonora merece, incluso, una nota aparte. Exquisita, acompaña la soledad del personaje, el frío neoyorquino pero sin embargo se aleja de la desesperación. Algunas canciones se repiten y hasta incluso hay un pequeño hit “dentro” de la película: “Five Hundred Miles”, a cargo de Justin Timberlake (quien sabe mejor que nadie de hits) y Carey Mulligan, que además tienen pequeños papeles en la película.

Hablando justamente de actores de reparto, la película tiene varios de ellos: quizás el más destacable sea la de John Goodman, el insoportable músico que viaja también a Chicago. Sumadas a las ya mencionadas de Murray Abraham, Timberlake y Mulligan; también aparecen Ethan Philips y Adam Driver, cuyo personaje remite directamente a lo que se ve semanalmente en la serie Girls.

Inside Llewyn Davis no tiene un final feliz, como la mayoría de las películas con rockeros como foco central. Llewyn Davis acepta su condición de loser en el pequeño barcito que tocó una y otra vez. Se conforma con eso, vuelve a lo terrenal, con las pocas ilusiones de fama apagándose, pero también haciendo un poco de mea culpa: su ego fue quien no le permitió avanzar. El final es tan irónico que hasta da un poco de risa: definitivamente el momento y el lugar no fueron los adecuados para Llewyn Davis. Una vez más, los Coen supieron cómo contarlo.