Balada de un hombre común

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

La bohemia del folk americano

El estilo característico de los hermanos Ethan y Joel Coen se mantiene a lo largo de la historia de Llewyn Davis, un supuesto cantante de música en la escena under de Nueva York en los años '60. Una gran aventura.

El Nueva York de los comienzos de la década del '60 no es una buena época para la música folk, con un público tan intelectual como snob que prefiere lo "auténtico" por sobre cualquier innovación que se haga del género, como la que intenta el joven Llewyn Davis (Oscar Isaac) cada vez que puede tocar en algún tugurio del Greenwich Village.
El músico fue parte de un dúo que logró cierto reconocimiento, hasta que su compañero decidió abandonar este mundo de manera sorpresiva y lo dejó solo, sobreviviendo a duras penas en los sofás de sus amigos, arrastrando su guitarra por toda la ciudad en busca de una comida caliente en el duro invierno, mientras mete la pata con una mujer, recibe alguna paliza y casi comparte escenario, sin saberlo, con un tal Bob Dylan.
Película atípica en la filmografía de los hermanos Coen, porque a pesar de que el protagonista cumple con la condición esencial de ser un perdedor nato, el relato no se ensaña con sus desventuras. Por el contrario, lo acompaña y mantiene una mirada piadosa sobre su periplo de decisiones erradas y definitiva mala suerte.
Inspirado en el mítico Dave Van Ronk, un cantante que con los años se convirtió en músico de culto, la brillante interpretación que Isaac hace de Llewyn –no cuesta nada imaginar que así fue la juventud del personaje que compuso Jeff Bridges en Corazón rebelde–se ajusta perfectamente a la melancólica puesta de los Coen, que con precisión, respeto y también bastante humor, retratan la bohemia de la época, dejan que la música sea un protagonista real de la historia permitiendo que los temas se interpreten enteros – el productor musical es T-Bone Burnett, que también participó en Corazón.. – y que el antihéroe vaya probando y sufriendo acompañado por una galería de personajes memorables como Jean (Carey Mulligan) y Jim (Justin Timberlake) una pareja de cantantes que por supuesto Llewyn hace tambalear, el músico de jazz Roland Turner con el que comparte un viaje alucinante o Bud Grossman (F. Murray Abraham), para el que interpreta una desangelada audición en busca de trabajo.
Ganadora el premio del jurado en el último festival de Cannes y prolijamente olvidada a la hora de los recientes Oscar, Inside Llewyn Davis tal vez no sea la mejor película de los Coen, pero para los que les molesta la mirada demasiado sarcástica y canchera de los responsables de títulos como El gran Lebowski, Fargo y Barton Fink, probablemente se sorprendan con esta, la última aventura de los los hermanos de Minneápolis.