Inseparables

Crítica de Silvina Rival - Subjetiva

EL CLON

Podríamos considerar a Inseparables la primera remake argentina de una película francesa. La original, estrenada en el 2011 con el título de Intouchables había sido dirigida por Olivier Nakache y Eric Toledano y, al igual que esta nueva versión de Marcos Carnevale, está basada en una historia real.

Es improbable determinar qué margen de realidad se maneja tanto en Inseparables como en Intouchables respecto de la verdadera historia entre este tetrapléjico millonario y su asistente terapéutico. Pero no hay dudas de que Carnevale estaba más interesado en emular la ficción del film francés que de investigar y de recrear, según su particular perspectiva, esta historia real que resulta, cuando menos, emotiva.

Podríamos sugerir que, salvo algunas excepciones relativas a acondicionar la historia a nuestro contexto local porteño -que obliga necesariamente a trabajar sobre la tipificación de los personajes-, las modificaciones entre un film y otro son sorprendentemente escasas. Estas similitudes alcanzan incluso ciertos trabajos de montaje, de encuadre y composición de la imagen así como del mismísimo decorado, que parecen estar calcados entre un film y otro. Y no exageramos si decimos que la habitación, baño e incluso el acolchado de la cama de nuestro asistente terapéutico Tito (Rodrigo de la Serna) es la copia exacta del que se utilizó para el afroamericano del film francés. Creemos atinar si afirmamos que Marcos Carnevale quiso acercar esta historia al espectador local, a través de actores de renombre que, desde ya, tienen su propia convocatoria: Oscar Martínez, en el papel del empresario millonario que, dada su condición de tetrapléjico, ha perdido su vitalidad y energía, y Rodrigo de la Serna en el lugar del fiel, desarreglado y desestructurado asistente de Felipe.

Con esta lógica, las modificaciones que se observan y aprecian se centran en los gustos musicales de Tito (la cumbia), las impresiones del mismo cuando visita el Teatro Colón, una galería de arte contemporáneo local, las recreaciones en los escenarios de Puerto Madero y demás.

No hay dudas de que esta historia está “bien” filmada, que sus actores -ya los conocemos a todos- son buenos actores y que la recreación está afrancesada. Si observamos un poco más de cerca vemos algunas deficiencias en el guión relativas al pésimo trabajo en la transición que sufre no tanto el personaje del millonario Felipe -aunque podría haber cuestionado cuando menos al comienzo algunos gestos de su nuevo ayudante, por ejemplo en el uso de la marihuana- sino en el de Tito. La idea es que dos personajes antagónicos se encuentran y se potencian en sus diferencias. La idea puede y es de hecho genial, pero exhibir y acompañar ese proceso de aprendizaje es más difícil y es lo que marcaría la diferencia entre un buen y un mal guión: cómo llega Tito a apreciar el arte, cuál es el verdadero motivo que lo lleva a intentar expresarse artísticamente, qué piensa, o mejor cómo se siente Felipe frente a los gustos de su nuevo asistente. En fin, entendemos que ciertos problemas ya estaban presentes en el film original, pero no existe tal cosa como “original” o en todo caso el origen fue devenido en función de la historia real entre asistente y tetrapléjico. Tanto mejor le hubiera ido a Inseparables si se hubiera animado a ver este particular vínculo sin el tamiz de la versión de 2011. Pero aparentemente esa no era la intención.

INSEPARABLES
Inseparables. Argentina, 2016
Dirección: Marcos Carnevale. Intérpretes: Oscar Martínez, Rodrigo de la Serna, Carla Peterson, Alejandra Flechner, Flavia Palmiero. Adaptación del guión: Marcos Carnevale. Montaje: Luis Barros. Música: Gerardo Gardelin. Duración: 107 minutos.