Inseparables

Crítica de Iván Gordín - Alta Peli

Franquicia con aroma francés.

El fenómeno taquillero del film galo Amigos Intocables, ha convertido rápidamente lo que era una pequeña comedia dramática en una extremadamente redituable franquicia con infinitas réplicas alrededor del mundo. El argumento, que se centra en la amistad entablada entre un tetraplégico millonario y un improvisado acompañante terapéutico de “barrios bajos”, no sólo pasó a ser un formato de venta internacional sino que actualmente puede encontrarse en diferentes películas (Yo Antes de Ti, The Fundamentals of Caring) que ni siquiera poseen los derechos intelectuales de la cinta francesa. En Argentina somos gente con valores, así que fuimos por el camino de la legalidad y hoy tenemos una remake oficial a cargo de Marcos Carnevale (Elsa & Fred, Anita, Corazón de León).

En primer lugar hay que decir que en términos de fidelidad a la obra original, esta versión es indiscutible. De hecho, la estructura del guión e incluso vario de los planos son idénticos a la película en la que se basa. Carnevale respeta a rajatabla la esencia conceptual y hasta el casting es irreprochable. Oscar Martinez y Rodrigo de la Serna son dos de los mejores actores de la escena nacional y no es la primera vez que trabajan juntos, así que la química está asegurada. Pero este respeto y lealtad al material inicial, que bien pudo haber sido el mayor acierto de la película, termina siendo contraproducente cuando el film lo usa para subrayar el constante paternalismo clasista y golpe bajo emocional. Carnevale otorga una visión hiperpasteurizada e inconsistente de la pobreza en Argentina y despliega sin número de clichés típicos – crédito de parcial del guión francés – de un drama sentimentalista.

Driving Miss Martinez:
En el mundo de Inseparables el pobre es un ser sin ningún tipo de valor salvo el de servir con su simpatía barrial al patrón de turno. El pobre es un ser inculto, machista, homofóbico, ladrón y salvaje pero con la capacidad de ser domesticado si es educado como corresponde por el mundo civilizado. Obviamente no sea cosa que se vaya a mostrar la “fealdad” de la miseria, en el Lugano 1 y 2 de Inseparables todos se visten con remeras de diseñador, pero ¡ojo! de los Stones y Bob Marley, que son de gusto tan popular como las juntadas en las turbias esquinas del cuasi conurbano. El pobre suele tener apodos como Tito, habla con mucho lunfardo, y se parece a Rodrigo de la Serna; como en Okupas y El Puntero. Tampoco para tanto igual, no sea cosa de que el pobre sea desagradable, porque Tito es simpático y algo carismático, hace divertidas impresiones de El Conde de Montecristo y a veces se tira unos divertidos pasos de cumbia; también cuenta chistes (no sabemos muy bien si son graciosos pero al resto de los personajes de la película les hace gracia así debe ser todo un plato) y tiene la escuela de la calle – papá! -. En este universo diegético, a Felipe/Oscar Martinez (que se parece bastante a un rico como en Relatos Salvajes y La Patota), al millonario tullido le encantan los pobres, porque ellos no demuestran compasión hacia los enfermos: los maltratan y los chorean por igual. Los pobres la tienen clara con el chamuyo, te pueden enseñar a engatusar a una cualquier minita, sea Carla Peterson o Flavia Palmiero, lesbiana o heterosexual, sea consensuado o no. Aparte, los pobres te proporcionan porro y prostitutas (algo que no se consigue en los círculos de alta alcurnia), y lo más lindo de todo: no hay nada más satisfactorio y humanitario que brindar al pobre con arte y poesía, ellos te lo van a agradecer. Así que ya saben, si quieren hacer una película con un mensaje pseudo existencial y con cierta crítica social no hace falta que piensen, ni siquiera hace falta que utilicen la narrativa cinematográfica. Por unos mangos pueden comprar la trama en el exterior, copiar el 80 % de los planos (el resto son descartes de Pol-ka o Caballos Salvajes) y agregar todo el patetismo que quieran. Total, con la correcta promoción alguien la tiene que ver.

Conclusión:
Inseparables es un compendio interminable de sentimentalismo barato, clasismo de manual y pretenciosidad televisiva. Un producto que apela al bolsillo del espectador con grandes nombres actorales y humanismo de ONG.