Inquebrantable

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Sacrificio japonés

Lo primero que debe decirse de este insípido y kilométrico canto al sacrificio a partir del dolor, dirigido por la caritativa Angelina Jolie, obedece en primer lugar al interrogante que sitúa a los prestigiosos hermanos Coen entre las firmas de un guión tan vacío y grandilocuente en diálogos y situaciones dramáticas que nunca encuentran un sentido siquiera estético para justificar tanto despliegue.

Poco o nada importa haber tomado otra historia de guerra para destacar al héroe norteamericano de turno, léase en este caso recuperar y sacar del placard de los olvidados al ítalo americano Louis Zamperini (Jack O’Connell), atleta olímpico que en sus épocas de juventud se enroló en el ejército y participó activamente de la Segunda Guerra Mundial.

La anécdota de Zamperini y el derrotero de peripecias y situaciones límite que tuvo que soportar no son más que las de haber sido capturado por los japoneses y junto a los otros prisioneros norteamericanos sometido a las duras tareas en los campos de detención, bajo las órdenes del despótico enemigo de ojos rasgados Mutsuhiro Watanabe (Takamasa Ishihara).

Angelina Jolie en su calidad de directora no hace más que ceñirse y cumplir a rajatabla el esquema estético básico en la correspondencia de planos y en el apelativo constante del golpe bajo desde lo visual para lograr la empatía directa con el sufrimiento ajeno.

El martirio, los golpes en ese cuerpo acabado pero que nunca termina por caer sintetizan conceptualmente la apuesta al humanismo y la voluntad que abriga el mensaje de Inquebrantable, título sumamente explícito para entender de qué se trata este film que por fortuna alcanzó menos nominaciones al Oscar de las que seguramente aspiraban sus productores y la propia Angelina Jolie.