Inquebrantable

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Segundo opus de la megaestrella Angelina Jolie como directora, Inquebrantable ocupa en primer plano varias de las características que la actriz ha demostrado en su más prolífica carrera como actriz, así como también características de su vida personal pública. Podría considerarse una mujer que toma riesgos, en su ópera prima, In The Land of Blood and Honey, ya se animaba a hablar del conflicto de los Balcanes en la última década del Siglo XX.
Nuevamente toma un hecho histórico, en esta oportunidad, la Segunda Guerra Mundial, y vuelve a caer en los mismos inconvenientes, un tratamiento tan grandilocuente como vacío ampliamente superado por la notoriedad de las circunstancias. Tomar a la persona por el todo, Hollywood está acostumbrado a mostrarnos una personalidad destacada capaz de enfrentar las peores atrocidades a pura fuerza de coraje y valor, todo por una causa mayor.
En este caso, Louis Zamperini (Jack O’Connell) reconocido atleta, hijo de inmigrantes italianos, con todos los pronósticos en contra, se sobrepone y alcanza sus metas. Durante la Segunda Guerra es reclutado como soldado, formando parte de los tripulantes de un bombardero que al estrellarse cae al Pacífico. A partir de entonces, comienza una segunda película, la del hombre que se sobrepone a la soledad y bravura del Océano.
Pero eso no es todo, hay una tercera película, que comienza cuando Loui, es capturado por los japoneses y será objeto de todo tipo de vejaciones que volverán a poner a prueba la grandeza de su voluntad. Basada en la historia real del personaje, inquebrantable posee un guion que pasó por varias manos antes de llegar a su concreción. Las firmas incluyen a los Hermanos Cohen, Richard LeGravanese, William Nicholson y Laura Hillenbrand, autora de la biografía en la que se basa el film.
Probablemente esto haya influenciado los constantes desniveles en la historia que pasa del drama heroico, al episodio histórico, hacia cierta liviandad que bordea la comedia, y un tinte morboso a la hora de las torturas. Inquebrantable se plantea como un film edificante, capaz de mezclar los hechos deportivos con los valores patrióticos de una Guerra. Ubica en un mismo nivel los logros deportivos con la tenacidad – relacionada con lo místico y religioso – con que su protagonista deberá soportar la crueldad del agua y de los japoneses.
No hay medias tintas, los orientales son malos, disfrutan torturando, ahí no se habla de causa mayor, no hay justificación posible. Los norteamericanos son toda bondad y valentía, son capaces de soportar esa maldad sin límites por la causa mayor que colaborará con todo el mundo. Jolie filma por momentos como si nos ubicásemos en aquellos panfletos de los años ’40.
Hace una utilización de colores claros y brillosos para uno, y oscuros y tenebrosos para otros. Planos inmensos y contrapicados para unos, y puntuales y picados para otros. Todo es marcado y dividido traspasando el límite de lo didáctico. Sin profundizar nunca en aspectos fundamentales, este detalle termina siendo un aspecto positivo porque permite apreciarla sin demasiados resquemores, sin proponerse largos análisis. Así, como mero entretenimiento sobre la figura de alguien con coraje, o como una maratón de torturas, el film funciona, sin brillar.
La caracterización de O’Connell como Zamperini también cae en las mismas falencias debido a una impericia en la marcación. Falta rigurosidad quedándose en la copia de ciertas características pese a la correcta labor del actor. Sí, Inquebrantable es un film que atrasa varios años, lo cual no sería malo si hablásemos simplemente de una cuestión de clasisismos; más allá de eso, pareciera exponer las ideas de ciertos panfletos ideológicos que ya creíamos superados por lo menos en las cuestiones bélicas.
La hija de Jon Voight es reconocida por formar parte de esa “elite” de estrellas que cumplen una función humanitaria a nivel global haciendo uso (y publicidad) de su figura. En este sentido, un film como inquebrantable es consecuente, así como su participación en aquel penoso film Más allá de las fronteras. Si se logra ver con la suficiente liviandad (lo cual la extensa duración no colabora), podríamos estar frente a un film fallido pero entretenido. Si se profundiza un poco más en él, probablemente no nos quede tampoco esa opción.