Iniciales S.G.

Crítica de Ezequiel Boetti - Página 12

"Iniciales S.G.":  luces y sombras de una comedia negra

Lo más interesante de la película es el misterio que rodea los comportamientos del protagonista (interpretado por Diego Peretti), un hombre que no sabe muy bien qué le pasa y con una tendencia a lo autodestructivo que parece no tener límites.

“Esta es la historia de un hombre que vivió su vida en segundo plano, pero que a pesar de eso nunca sería olvidado”, dice la voz en off antes de los títulos de Iniciales S.G. Ese hombre es Sergio Garcés y se dedica a la actuación. Intenta dedicarse, mejor dicho, dado que lo suyo nunca ha pasado de trabajos menores como extra, algún que otro bolo en cine y televisión y varias participaciones en películas porno, área laboral que da pie a una secuencia con un cameo de Víctor Maytland, amo y señor argento del género de los gemidos. Sí puede ufanarse de haber grabado un disco de covers de Serge Gainsbourg, con quien lo único que comparte son las iniciales. Por fuera de eso, su vida es tan gris como un cielo nublado, una suerte de errancia constante que lo lleva a cruzarse con distintos personajes secundarios que propulsarán las situaciones varias que propone el relato. A partir de esos cruces, Sergio develará las aristas de una personalidad conflictuada, los contornos de un hombre cuya oscuridad tiñe de negro la película entera.

Estrenada recientemente en el Festival de Tribeca, la película del norteamericano Daniel García y la libanesa Rania Attieh es, se dijo, una comedia negra. Muy negra en sus mejores momentos, como aquéllos en los que Sergio (Diego Peretti) deja traslucir un mundo interno cargado de una violencia contenida que cada tanto explota de la peor manera posible. Trompeándose en la calle, por ejemplo, hecho por el que ahora debe hacer un tratamiento de manejo de ira. Su periplo tiene como escenario de fondo las semifinales del Mundial de Brasil de 2014, con aquel recordado 7 a 1 de Alemania sobre Brasil y el triunfo de la Argentina sobre Holanda por penales como indicios cabales del paralelismo entre la vida y el fútbol que irá trazando Sergio a medida que avance el metraje. Hay también un festival de cine (llamado, ejem, Bafenuci) y, con él, la presencia de una programadora estadounidense (Julianne Nicholson) que sirve tanto como partenaire de una relación ocasional como de cómplice para un hecho que marca una bisagra narrativa.

No conviene adelantar este hecho, en tanto implicaría caer en el cada vez más lapidario terreno del spoiler. Sí puede plantearse la pertinencia de lo que ocurre, si ese hombre, más allá de todos sus quilombos, sería capaz de hacer lo que hace. Lo mismo que la fidelidad de esa programadora que tiene una agenda llamativamente libre de compromisos. Lo más interesante de Iniciales S.G. es el misterio que rodea los comportamientos de Sergio, un tipo que no sabe muy bien qué le pasa y con una tendencia a lo autodestructivo que parece no tener límites. El problema es que la voz en off a cargo de Daniel Fanego sí sabe qué le pasa, y cuanto más críptico, más inasible se vuelve Sergio, más explícitos son los conceptos de este narrador omnisciente que solo observa la acción a prudente distancia cuando le conviene y no cuando debe.