Infierno grande

Crítica de Manuel Germano - Ociopatas

“Infierno grande”, el último filme de Alberto Romero, co-guionista de “¿Quién mató a Mariano Ferreyra?” y director del premiado corto “La loca matilde”, es una pequeña pero muy lograda historia con elementos de road movie y de western moderno que pone el eje en el poder de una mujer que ha decidido escapar para encontrar la liberación que anhela.

La historia plantea el retorno de María (Guadalupe Docampo) al lugar donde nació, un remoto pueblo del cual nadie habla bien pero que para ella significa el escape que necesita. Maltratada por su marido (Alberto Ajaka), María toma la decisión de emprender este viaje con un embarazo avanzado a cuestas. Una mujer que toma una decisión y está dispuesta a todo por cumplirla.

Muchas veces los temas en el cine se vuelven esclavos de las formas. Rompamos todas las cadenas que podamos, las formales, las creativas y sobre todo aquellas que nos impone un orden social injusto que, como bien sabemos, se va a caer. Alberto Romero

La estepa pampeana, los indios que allí vivieron, la mística de aquellos lugares, se convierten en un contexto en donde lo real se mezcla con lo fantástico y las posibilidades de “creer” o no en ciertas situaciones que la película plantea se convierte en decisión del espectador.

Con sutileza e inteligencia el director nos hace participes de una historia que mantiene el climax hasta el último minuto. Su mirada está enfocada en el protagónico de Guadalupe Docampo, quien desde un primer momento se hace cargo del filme con el profesionalismo que la caracteriza. Con un elenco muy acertado y roles bien delineados, “Infierno grande” es sin duda una sólida propuesta de cine argentino.