Infierno en la tormenta

Crítica de Martín Pérez - DiarioShow

El film es una mezcla entre cine de terror y de catástrofe, que contiene mucho suspenso, tensión, tormentas y cocodrilos.

El cine de terror, y el subgénero de ciencia ficción, llamado “catástrofe”, son estructuras usualmente superficiales que dan mucho rédito en las salas, porque son generalmente creadas con el simple -y no por eso menos importante- propósito de entretener.

A Sam Raimi, director y productor de muchos éxitos de taquilla en las últimas décadas, se le ocurrió juntarlos, y hacer una extraña película con mucho suspenso, tensión, tormentas y cocodrilos. El resultado es sumamente decente pensando en el prejuicio que podría causar la suma de estos elementos.

Esta mezcla de mal clima y animales nos hace pensar en “Sharknado”, la saga de películas de bajo presupuesto que tuvo inesperada repercusión a nivel mundial, mostrando tiburones que atemorizaban ciudades tras ser arrastrados por un tornado. Podría decirse que “Infierno en la tormenta” -una pobre traducción de título- guarda algunas semejanzas de estructura y trama con la mencionada película, pero lo hace de manera más armoniosa, e intentando ser “realista” dentro de los parámetros de cine catástrofe y de terror, pero verosímil al fin.

Haley (Kaya Scodelario) una nadadora becada en la Universidad de Florida, debe ir a buscar a su padre, Dave (Barry Pepper) cuando corre peligro porque un huracán está por azotar la ciudad. Al llegar a su casa ve que está herido y no puede escapar, pero no por los daños directos del huracán, sino porque con la tormenta y el agua llegaron unos cocodrilos inmensos que lo mordieron.

Utilizando sus conocimientos como nadadora profesional -necesarios para que la trama tenga sentido porque un calambre y todo hubiese terminado en un cortometraje con final trágico-, la joven deberá rescatar a su padre y salir de la extrema situación con vida, enfrentándose a los lagartos que los rodean.

El filme dirigido por Alexandre Aja comienza muy bien, con gran ritmo, pero en la segunda mitad la trama es forzada demasiado, y cambia el ángulo principal para centrarse en algunos conflictos internos de la protagonista. Si bien la idea es la de darle un argumento convincente sobre resiliencia a Haley, fundamentando su capacidad de salir de circunstancias difíciles y hacer más creíble la resolución, esta justificación va en detrimento de la narración y el cuento se cae muy rápido.