Infierno en la tormenta

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Tras haber filmado hace casi una década Piraña, el prolífico director francés Alexandre Aja regresa a varios de sus géneros favoritos, que quizá no sean los más prestigiosos, pero que suele manejar con mucha ductilidad en términos de tensión y suspenso.

En Infierno en la tormenta se mixturan con más aciertos que carencias aspectos propios del cine catástrofe y del gore con los efectos de un huracán categoría 5 que provoca devastadoras inundaciones en los pantanos de Florida y el desplazamiento de cocodrilos a zonas urbanas.

Es cierto que en varios pasajes la película recicla elementos ya vistos en infinidad de producciones recientes y no tanto (desde la mítica Tiburón hasta Miedo profundo, pasando por Alligator, En el tornado, Twister, Megalodón o la saga Sharknado, ver página 4), pero en la combinación entre dos amenazas no menores como la de un huracán y la de voraces y gigantescos caimanes, Aja consigue una narración tan impactante en su despliegue de efectos visuales generados por computadora como eficaz en su elemental entramado dramático.

El realizador de Furia, Alta tensión, Despertar del diablo, Espejos siniestros, Horns y Las 9 vidas de Drax se centra en las desventuras de Haley, una estudiante de la Universidad de Florida que corre el riesgo de perder la beca que tiene por su participación en el equipo de natación.

Hace mucho tiempo que la protagonista está alejada de su padre, Dave (Barry Pepper), quien supo ser también su entrenador y hoy -divorciado y alcohólico- es un alma en pena. Pero ante la inminencia del temporal, la insistencia de su hermana desde Boston y como él no da señales de vida, decide viajar a buscarlo con la mala suerte de que justamente allí será el epicentro del huracán.

Kaya Scodelario (Teresa en la saga de Maze Runner y vista también en la serie Skins) carga con el peso del sintético relato (menos de una hora y media de duración) en un tour de force tanto físico como emocional con una relación padre-hija que apuntará a la posibilidad de una segunda oportunidad en medio de la tragedia y el horror.

La actriz construye a una heroína impensada, pero muy a tono con estos tiempos de empoderamiento femenino. El film no es apto para espíritus impresionables (vísceras, sangre, ratas, insectos, basura y, quedó dicho, hambrientos cocodrilos), pero sí para aquellos que disfrutan de un cine lleno de estímulos, impactos, sustos y personajes capaces de encontrar en donde aparentemente no la hay esa fuerza interior que les permite sobreponerse incluso a las circunstancias más extremas.