Infierno en la tormenta

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Al parecer a alguien le pareció genial la escena de Alerta en lo Profundo en donde LL Cool J quedaba atrapado con tiburones en una cocina inundada y decidió hacer toda una película en base a ello. Cambien la base submarina por una casa en los Cayos – inundada por un huracán categoría 5 – y reemplacen a los escualos por cocodrilos y tendrán Crawl, Infierno en la Tormenta. Pero por mas que Alexandre Aja esté al mando (y Sam Raimi produzca), la idea no deja de ser estúpida, ridícula e increíblemente rebuscada.

El libreto debe inventar una conjunción de al menos una docena de sucesos como para situar a los protagonistas en un sótano inundado y rodeado de las criaturas voraces de marras. Alguno por ahí dijo que la historia se basaba en un hecho real ocurrido hace unos años, pero ni yo te la creo. Al menos alguien se tomo la molestia de leer la Wikipedia y aprender los fundamentos básicos de como cazan y perciben el mundo los cocodrilos, pero termina siendo al santo gas. Barry Pepper puede disparar una tonelada de parrafadas que suenan interesantes pero después el libreto decide seguir sus propias reglas así que, ¿para qué se molestaron?.

La heroína en cuestión es Maya Scodelario, la de Maze Runner, la que tiene el superpoder de ser nadadora de competición. El drama con esto es que los bichejos, una vez que todo está inundado, son rápidos como un Fórmula 1 asi que, de nuevo, el guión le pone fichas a algo que no termina de servir nunca. Hay un drama familiar artificial y hueco que no le interesa a nadie, sólo sirve para hacer tiempo hasta la próxima vez que los bichos ataquen, y toda la secuencia en donde Pepper y Scodelario permanecen atrapados en el sótano termina por hacerse demasiado larga. Como sabemos que al menos uno va a sobrevivir y ésta es una película de terror, el script inventa excusas traídas de los pelos para que la gente se acerque a la casa – en medio de un huracán apocalíptico! – y sean lastrados por los lagartitos.

Pero si bien uno no puede ponerse pretencioso con lo que intenta ser un pasatiempo liviano, eso no quita que haya cosas que te hagan crujir los dientes. Los tipos reciben una cantidad de daño grosa – piernas quebradas con fractura expuesta; unas cuantas mordeduras profundas; al menos un miembro amputado – y aún así andan, andan y andan como si fueran el conejito Duracell. Quizás ésta no sea una película sino un videojuego de esos en donde la barra de energía del personaje sube sola después de un rato a pesar de que el personaje recibió diez balazos seguidos. Como mínimo estos tipos deberían estar desmayados por la enorme cantidad de sangre que perdieron o por el dolor de las inmensas heridas, o al menos morirse de una bruta septicemia debido a que revuelcan todas sus heridas en un maremagnum de agua sucia. Pero no.

Hay algo de tensión y un par de escenas potables, pero en donde uno no puede dejar de sacarse el sombrero es con la producción. Hay una gran cantidad de escenarios vastos e inundados, una casa sitiada por una tormenta feroz que arrastra vehículos enteros, y un torbellino furioso que hace volar cosas peligrosas por los aires con lo cual la sensación de realismo – de que estás en medio de un auténtico huracán – está mas que lograda. Pero hay mucha cosa copiada de Tiburón, hay muchas muertes que se ven desde lejos, y un par de inventos que al menos sorprenden por lo novedoso aunque no tenga los pies en la tierra – en especial la última media hora en donde los protagonistas ven la luz del día en lo mas feroz de la tormenta y cambian el escenario de las persecuciones -. No es la mejor hora de Alexandre Aja, pero tampoco una abominación indigerible; simplemente es un pasatiempo mediocre con algún que otro momento, y que sirve mas como relleno de videoclub o de cable que como filme de horror válido que te hacer hervir la sangre y temblar los calzones.