Impuros

Crítica de Horacio Bernades - Página 12

Explotación sexual

A comienzos del siglo XX, en la Argentina había seis mil mujeres judías. La mitad eran prostitutas. En la historia del tango abundan las “polaquitas”, chicas traídas de Polonia o de Rusia con engaños, obligadas a “trabajar” a destajo en prostíbulos de la zona de Once y el Abasto, y en el barrio rosarino de Pichincha. Esta trata de personas para la explotación sexual es tal vez la página más negra en la historia de la inmigración en la Argentina, extendida desde mediados de 1870 hasta 1936. En ese momento, la dictadura de Uriburu prohibió las “casas de tolerancia”, llamadas así porque durante ese período la prostitución no era legal pero sí tolerada. En ese tiempo los señores comían y dormían en su casa, pero cogían afuera. Si bien documentales previos abordaban parcialmente el tema, Impuros lo hace de modo más sistemático. Hasta tal punto que se constituye en documento de visión imprescindible para comprender este aspecto esencial de la cultura patriarcal argentina en su pináculo, cuando militares, burgueses e Iglesia formaban un bloque monolítico.

La película dirigida por Florencia Mujica y Daniel Najenson tiene como guía a Sonia Sánchez, ex prostituta y militante feminista y en contra de la trata, que lee fragmentos de libros dedicados al tema, expone en una de las marchas del #NiUnaMenos un recordatorio de aquellas mujeres olvidadas, y hace una resonante diatriba final en contra de su manipulación y negación. Lo hace delante de tumbas sin nombre de un cementerio abandonado, en las que esos cuerpos reposan... al lado de sus explotadores, que sí tienen lápidas en regla. Y eso que los cafishos, polacos también, fueron en su momento anatematizados como “impuros” por parte de los representantes de la comunidad judía, expulsados de ella y negadas sus tumbas en los cementerios de la colectividad.

Documental de formato clásico, Impuros es una rotunda demostración de que ese formato, bien usado, puede ser del más alto valor. Los testimonios de investigadores, historiadores y autores (y autoras) de libros sobre el tema son concisos, precisos y confiables. Permiten ir armando una historia que se remonta a los pogroms y la pobreza del este europeo, sigue con los miembros de la Asociación de Socorros Mutuos Varsovia viajando al país natal con la misión de detectar chicas solteras, ingenuas y bonitas, prometerles casamiento y un viaje a Buenos Aires, y en el barco que los traía hacia acá, cuando ya no había retorno, informarles para qué se las traía. La Sociedad Varsovia mutó más tarde a Zwi MIgdal, a la que hizo trizas el testimonio de una sola mujer, Raquel Liberman, que se atrevió a denunciar a sus patrones, motivando una detención masiva y la posterior prohibición. Todo eso está aquí, en apretados 86 minutos.