Implosión

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

El 28 de septiembre de 2004 fue la jornada más luctuosa para la ciudad bonaerense de Carmen de Patagones. Aquel día un estudiante de 15 años ingresó al aula de su comisión en el Instituto 202 Islas Malvinas con un arma y disparó a quemarropa contra sus compañeros y docentes, dejando como saldo tres muertos, cinco heridos y una huella en la comunidad que todavía perdura. Más de 15 años después del suceso conocido como la Masacre de Carmen de Patagones, el realizador y guionista Javier Van de Couter –nacido allí en 1975– viaja hasta el lugar para un particular experimento.

Hay muchas películas híbridas que mezclan documental y ficción hasta volverlos indisociables. Implosión procede de manera distinta, muy similar a Clint Eastwood en 15:17 Tren a París. Si allí había tres soldados recreando en clave ficcional las vivencias personales que los llevaron a evitar un atentado en el tren del título, aquí hay dos sobrevivientes de la balacera haciendo de sí mismos mezclados con actores profesionales. Pero no se trata de apegarse a la verdad, sino de partir de ella para utilizar al cine como mecanismo de expiación y liberación.

Pablo y Rodrigo (Pablo Saldías Kloster y Rodrigo Torres) siguen siendo amigos y llevan las marcas de la masacre en la piel. Ambos fueron baleados por su compañero, y ahora se proponen investigar su destino para saldar viejas cuentas. Poco importa si efectivamente pensaron esa posibilidad. Lo que interesa aquí es el desarrollo de un viaje que los llevará hasta la zona del Gran La Plata, aunque con varios desvíos por bares y boliches en los que la misión puede cambiar su sentido.

Coguionada por Van de Couter y Anahí Berberi, Implosión está más interesada en el potencial alcance de esos desvíos no exentos de diversión, como por ejemplo los generados a raíz de la aparición de dos chicas platenses, que en la recreación o fidelidad verídica. Lo que inicia como una historia de venganza seca y cargada de violencia contenida va convirtiéndose lentamente en una road movie matizada por el duelo y en la que el viaje en sí importa más que el destino. Y, como en toda road movie, difícilmente ellos vuelvan a ser los mismos a su regreso. Una historia de venganza, pero sobre todo de renacimiento.