Imágenes paganas

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

Homenaje sin vuelo

La familia Moura abrió las puertas de su hogar (y archivo) para un merecido documental que honra la memoria de Federico Moura, motor de Virus, el icónico -y adelantado- combo musical de los ‘80.

El realizador mendocino mezcló ficción (con Paloma, una fan desde los orígenes del grupo) junto a los testimonios, filmaciones y fotos de la carrera del grupo platense. Esa cruza interrumpe el vértigo documental, lo embrolla y hace perder cierta coherencia temporal.

La cuidada obra de Federico, todo su glamour y dominio artístico en varios campos, choca con las desacertadas locaciones para presentar al resto del grupo: Julio, entre sombras, tocando el piano, el tecladista Marcelo Moura en un viaje en auto (y ruido ambiente en el jardín familiar) y hasta Mario Serra, de pantalones camuflados, gesticulando a cámara y tocando exageradamente la batería.

Lo más jugoso llega con la palabra de Ricardo Serra, primer violero del combo platense, que cuenta sus desavenencias cuando el grupo se hizo más electrónico y menos rockero. Y cómo el artista plástico Eduardo Costa, íntimo de Fede, lo ayudó durante su enfermedad.

Aunque Imágenes paganas tenga un amplio registro de voces y un valor de archivo sin igual, su presentación estética y guión podría haber sido más prolija. A la altura del gran Federico Moura.