Il solengo

Crítica de Laura Petroff - El Lado G

Desde tiempos inmemoriales, la figura del ermitaño llena de curiosidad al hombre social. Suele ser difícil entender la vida de los demás, pero cuando la diferencia es tan grande y se pierde el contacto, poco se puede hacer más que teorizar. Lo oculto, lo solitario, lo silencioso o lo oscuro, son cosas también relacionadas con este personaje, provocando también, terror. El mundo del observador es vasto, pero las motivaciones del ermitaño se le escapan por más que lo intente. Esta falta de información es lo que permitió que el aura de misterio que lo rodeó durante tantos años no se haya disipado hasta el día de hoy.

Un paseo por el bosque puede ser más que eso. La cultura de cazadores se entrelaza con la naturaleza, sus costumbres, sus recuerdos y una historia: la vida de Il Solengo, el solitario, Mario de Marcella. Vive en una cueva en Tuscia, lejos de la gente y del ruido, viviendo de lo que el bosque le ofrece. Las memorias de estos abuelos trazan de a poco la situación social de Tuscia a principio de siglo, la vida de la casa y la historia del misterioso ermitaño del bosque. La idea para Il Solengo surgió durante la filmación de otra película. Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis trabajaron juntos en casi todos sus proyectos y esto les dio experiencia en distintos aspectos de la creación de cine. Ambos son directores de Il Solengo, y Bestia Negra (Belva Nera, 2013). Fue en la producción de la segunda, que comenzaron a oir rumores sobre la vida de Mario de Marcella, en una situación muy similar a la que representaron luego en la película.

La idea de exhibir estas anécdotas fue casual y no tanto. Durante un almuerzo en un día de filmación, un grupo de cazadores ya ancianos les contaron la historia del ermitaño de Prato Longo. Les sorprendió que todas las versiones eran distintas, y a veces hasta contradictorias. En mucho coincidían, pero los detalles habían sido borrados o fundidos por el tiempo. Este es uno de los fundamentos de Il Solengo, claramente presente durante todo el film: exponer cómo el relato oral tiene el potencial de crear leyendas y su manera especial de torcer la verdad sin que importe demasiado. El tono reflexivo de Il Solengo casi lo salva de los ojos sentenciadores del resto de la gente. Su vida sufrida, si el espectador lo cruzara en la vida diaria cotidiana, sería más una razón para temer que para encariñarse, pero el tinte místico y misterioso que este pseudo-documental le otorga, no sólo lo describe a él, sino a muchos de los solitarios que hasta la ciudad más poblada alberga. Por mucho que pese, cualquiera puede ser un solengo.