Il solengo

Crítica de Cecilia Tedesco - Revista Meta

Partiendo de la antigua tradición oral de contar anécdotas e historias locales, llega este relato cinematográfico prolijo, claro y conciso, realizado por los directores italoamericanos Matteo Zoppis y Alessio Rigo de Righis; este último se encuentra en Buenos Aires presentando este documental en el marco de la 3° Semana de Cine Italiano, mientras que la misma también tiene su estreno comercial en los cines Bama y Artemultiplex Belgrano a partir de este jueves 2 de junio.

En un refugio de cazadores varios ancianos lugareños recuerdan la vida de Mario de Marcella, un hombre que vivió durante más de 60 años en una cueva alejado de todo. Nunca se supo realmente que lo llevó a vivir de esa manera tan solitaria, pero se lo atribuye a alguna situación relacionada con su infancia, que podría tratarse de un evento trágico que lo marco para siempre.

Como él no era el único de nombre “Mario” en la zona, le apodaron “de Marcella” porque Marcella era el nombre de su madre. Quienes se lo cruzaban al ir de cacería lo llamaban “el jabalí viejo” (il solengo) en referencia al jabalí macho que al ser separado de su manada vive aislado.

Mario era un tipo cerrado y para nada agradable, era salvaje, irritable, excéntrico, y vestía de modo extravagante. Muchos afirmaban que era un loco mientras otros pensaban lo contrario, pero todos concuerdan en que no le dirigía la palabra a nadie, y las escasas veces que respondía cuando alguien le hablaba lo hacía de una manera muy seca dejando al otro sin entender el por qué de esa actitud tan desagradable.

Aparecen en el film varios de estos viejos cazadores reunidos en ese refugio donde se juntaban a comer y beber algo, sentados alrededor de la mesa relatando anécdotas sobre Mario de Marcella, pero algunas de las historias que mencionan resultan contradictorias debido a que cada uno de ellos lo hace desde su propio punto de vista, revelando al mismo tiempo algo de su propia vida y de su personalidad.

La película nos muestra también el lugar donde vivía Mario, el cual se encuentra al final del valle, un sitio agreste en medio de la nada, al que no se puede acceder cuando llueve. Mario mismo había cavado en una cueva que estaba en la montaña para poder dormir allí, y solía cultivar un pedazo de tierra cercano a la misma.

Un extraño personaje, un paraje remoto, recuerdos de otro tiempo que solo algunos conservan en la memoria.