Igor. El bueno de la película

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Un gran inventor

Gracioso y entretenido filme de animación, con influencias de "Frankenstein" y "El extraño mundo de Jack".

De Shrek a esta parte los intentos de la animación para renovarse -y renovar también su vínculo con el espectador adulto que acompaña a los niños- no para. Pero si abundaron referencias a otros clásicos de manera explícita como búsqueda del gag o el guiño, en Igor la frescura del relato, aunque se base en personajes ya creados, le abre un crédito, y no conviene dejarla pasar.

Como el ogro de aspecto verde, Igor no es esbelto ni mucho menos. Pertenece a una casta -los Igor, suerte de esclavos que acompañan a maléficos científicos, sí, por Frankenstein- y que escuchan "jala el interruptor" cada hora de por medio. Vive en Malaria, donde el Rey ha hecho que sus habitantes crean que sólo a través del Mal pueden sobrevivir a las inclemencias del tiempo que los azota. Pero Igor sabe más que su amo, el Dr. Glickenstein, y cuando éste muere a causa de una invención propia, nuestro héroe se abocará a la creación de Eva, una mujer de proporciones desproporcionadas, que no tiene nada de malvada (en el original Eva juega con el término Evil), por lo que Igor trata de que el hueso de la maldad que le colocó se active, para ganar en la Feria de las ciencias del mal. Pero no lo logra.

Hablábamos de referencias, y en Igor hay muchísimas, que van desde lo estético a El extraño mundo de Jack y El cadáver de la novia, de lo temático por El Jorobado de Notre Dame, y la parodia, sí, a Annie, La naranja mecánica y ciertamente Frankenstein. Realizada para los chicos y los grandes con corazón de niño, el mensaje de la no violencia -aunque haya escenas en que los golpes no faltan- y en el que el Bien debe estar por sobre el Mal, y el amor verdadero sobre la mezquindad, el robo y la mentira, están en un primer plano.

La película ofrece escenas y diálogos divertidos, con una parejita de inventos -Brian o Brain (cerebro, precisamente un descerebrado) y un gato con intentos de suicidio que no puede morir- que funcionan muy bien como comic relief, acompañando a Igor y a Eva, el amor de su vida. Hay un inventor aplaudido por el pueblo que no hace otra cosa que robar ideas ajenas, y una mujer que tiene mil caras, de acuerdo a lo que necesite, para balancear la historia.

"Cuando vean de lo que soy capaz, mi vida cambiará", dice Igor. Al director Anthony Leondis (egresado de DreamWorks y Disney) le podría suceder lo mismo, porque muestra tanto talento como Igor. Porque aunque digan que lo esencial es invisible a los ojos, en el cine mejor que se vea y se note.