Identidad secreta

Crítica de Pablo Raimondi - SI (Clarín.com)

La otra supremacía

Con sólo 19 años, el estadounidense Taylor Lautner ya inmortalizó su carrera de actor con Jacob Black, el corpulento licano que enamora a Bella en la famosísima saga Crepúsculo que ya está cocinando la segunda parte de Breaking Dawn.

¿El siguiente paso del estadounidense?, aprovechar el éxito de la novela de Stephenie Meyer y amoldar sus futuros trabajos con papeles similares o, sacarle jugo al furor Crepúsculo, reinventarse y desencasillarse del plano romanticón. Por suerte Taylor decidió seguir por esta senda en Identidad Secreta. Y a futuro (en 2013 se estima si la Tierra no sucumbe antes) dará vida al prisionero Finn en la película Incarceron.

Lautner encarna a Nathan Harper un adolescente que involuntariamente fue arrastrado al mundo del espionaje encubierto. Súper entrenado por su padre (a veces con algo de brutalidad), la preparación del joven tiene un fin oculto que el protagonista irá descubriendo, literalmente, a los golpes.

Pero Harper no está solo porque –y acá va el emparentamiento con sus pelis anteriores- su vecina Karen (Lilly Collins) sería seducida por el carisma del musculoso muchacho. Al principio ella le histeriquea pero luego también será empujada a un mundo de identidades falsas, agentes federales y asesinos serbios. Mucha acción. Y, en el medio, caerá en brazos de Nathan, lo flojito para una película que se mide en kilos de dinamita, cartuchos de balas y no en sentimentalismos vampíricos.

Escenas de escape como la del shopping donde Nathan baja por un techo vidriado (el póster de promoción) o la maratón selvática que hacen él junto a Karen remiten –peligrosamente- a la saga protagonizada por Jason Bourne, el ex agente de la CIA que sufre amnesia traumática. Sí, donde Matt Damon, al igual que Tealor Lautner, asesina a sangre fría para defenderse.

Esta película, a diferencia de las tres películas de la supremación Bourne (La Identidad, La Supremacía y El Ultimátum) es una versión tierna de aquella, donde hay encuentros en lugares públicos y una red de espionaje que lucha por lo más preciado de esta era: información. Apostemos a una secuela para esta película y que Lautner deje la piel de lobo.