Identidad secreta

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

El actor que constituye al trío amoroso conflictivo de la insoportable saga de “Crepúsculo” (2008/2011) fue citado para ¿protagonizar? otra producción para niñas adolescentes, ¿se sigue diciendo “babeen”?, con el “musculoso carilindo” de Taylor Laurent para que siga incursionando en la pantalla grande, eso es lo que hace, incursiona, o sea transita por delante de la cámara, a veces vestido, otras mostrando su trabajado cuerpo juvenil. Pero con menos expresividad gestual y, valga la aclaración, corporal que un rinoceronte, ni hablemos de la capacidad de tonos vocales, de darle distintas entonaciones según corresponda a lo que el texto dice o intenta, ahí ya estamos, en tanto actuación, muy por debajo de Harpo Marx o de “Bernardo” , el ayudante mudo de “El Zorro”.

A esta nueva “estrellita”, distintiva de la manufactura industrial hollywodense, la han rodeado de grandes actores como Alfred Molina, Signourey Weaver, Maria Bello, Jason Isaacs, entre otros, puestos todos al servicio de un realizador con mucho oficio, incluyendo en el equipo de trabajo a personas con talento y mucha actividad en el rubro que les compete, como el director de fotografía Peter Menzies Jr., el compositor musical Ed Shearmur, o el imprescindible compaginador de películas de acción Bruce Cannon.

El problema es que se olvidaron de contratar a un guionista, o específicamente, a un dialoguista, pero más que un olvido sospecho que no debería tener importancia qué se cuenta, cómo y qué se dice.

Por momentos parece que entraron en Google, escribieron y buscaron “diálogos más usados en filmes olvidables”, y de ahí sacaron la catarata de pláticas sin sentido grabadas en el inconciente de todos los espectadores, es verdad que son inocuos, pero eso no los redime.

Esto es posible ya que la prioridad esta en vender a una figura, que sea comprada, y recaudar buen dinero.

Para que el paquete este completo siempre, de acuerdo a la edad, recordemos que son adolescentes (más conocidos en la madre patria como “Teenagers”), dentro de este cúmulo de personajes principales debe haber una joven que obligatoriamente acompañe en las prosecución del objetivo al héroe, no alguien que se sacrifique, para eso estarán los adultos. Entonces hace su entrada triunfal la bella Lilly Collins, pero sólo para aportar su rostro e insinuar su figura.

¿De que va la historia? Nathan Harper es el inconfundible “langa” de la escuela y del barrio, todas las chicas mueren por él, salvo la vecinita de enfrente que lo tiene loco de amor, pero de amor verdadero, y la timidez de ambos no permite que tengan un acercamiento algo más profundo, yo diría penetrante, pero estaría encuadrado en otro genero, ¿no?

Algo más esta en juego en la personalidad de Nathan, razón por la cual va a una psiquiatra que esta, desde lo teórico, más cerca a Hannibal Lecter que a Sigmund Freud.

Él desde siempre tuvo la sensación que está viviendo la vida de otro, que en realidad algo no está bien de su historia. Sus padres se desviven por él, aunque el padre personificado por Jason Isaacs, parece estar en competencia violenta y extrema por el amor de la madre, en el cuerpo de la excelente María Bello, para quien es la luz de sus ojos.

Un día, realizando una tarea para la escuela, descubre que él podría ser uno de los tantos niños desaparecidos en el mundo, entonces sus padres no serían sus padres, y él habría vivido siempre en una mentira.

Esta duda, aclarada y aceptada por su madre, a punto de convertir en certeza respecto a su verdadera identidad, explota con el asesinato de hasta ese momento sus padres.

Antes de morir su padre le pide que huya, todo esto ocurre hasta el primer punto de quiebre narrativo, o sea más o menos a los 20 minutos de iniciada la proyección. Lo demás es una seguidilla de copias, homenajes, robos de cuanta película que involucre a los buenos y malos de la CIA, los malos rusos, los terroristas, espionaje y contra espionaje se haya filmado en estos más de 100 años que se invento el cinematógrafo.