I am mad

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Dos seres llamativos se cruzan en este atrayente documental, uno es el “protagonista”, Miguel, a quien iremos descubriendo a través de diferentes tramos, una personalidad tan extravagante como interesante aunque se compartan o no sus opiniones; el otro es quien se ubica detrás de cámara, Baltazar Tokman, un documentalista al que habrá que ponerle un ojo a sus pasos a seguir.
Tokman ya había “pateado el tablero” con su anterior documental, Planetario, a través de una forma de promoción diferente, y una estética y trabajo único. Si en Planetario se acercaba a un tema transitado como la paternidad pero de un modo original y en extremo naturalista como el seguir durante años diferentes historias; en I am MAD, vuelve sobre sus pasos, hay naturalismo (o más bien frescura), y si bien acá ya no hay pluralidad de historias sino una sola, en la figura de Miguel, se abre un abanico divergente.
Miguel es Miguel Ángel Danna, de ahí las siglas MAD del título, la misma frase que tiene tatuada en la espalda y que juega con el inglés “Yo estoy loco” o Yo soy MAD”. Su historia es bastante particular y se comprenderá el porqué de las siglas, Miguel fue llevado a una secta a una secta junto a su familia en la que pasaría veinte años hasta “escapar” de ella.
Un hecho trágico en su niñéz lo marcaría a él y a su familia para siempre, y de ahí todo se derrumbaría. Con su padre (al que define como eterno hippie) siempre mantuvo una relación extraña, y su madre se encuentra prófuga de la justicia junto al gurú de la secta, Mehir, un hombre del que también descubriremos sus oscuros secretos.
Es inevitable que con esos antecedentes Miguel no esté loco, no es fácil pasar por lo que pasó, y sin embargo, aquí hay un cuestionamiento sobre el qué es ser loco; un debate abierto. Tokman hace uso de recursos varios, todos empleados de manera ágil, hay testimonios y mucho archivo, pero utilizados en diferentes formatos, lo que da una idea de collage creativo, similar a lo que vimos en Planetario.

Esta urgencia creadora hace que el ritmo no decaiga y que siempre se mantenga un altísimo interés por lo que sucede, como si estuviésemos frente a la mejor de las ficciones. Un dato relevante es que el propio Danna es productor del documental, lo que nos asegura tener su mirada, pero también de quienes lo rodean o rodearon, como su ex esposa, su controvertido padre, o miembros de la secta.
Así iremos armando un todo para armar una personalidad, como si fuese un rompecabezas humano. No estamos frente a un documental tradicional, porque Miguel Ángel Danna no es convencional, y porque Tokman no es un documentalista más.
El primero maneja sus propios hilos, sus formas, y el segundo también. Si I am MAD sirve para descubrir a un ser tan peculiar como el retratado, también sirve para descubrir el trabajo de un director que promete tener mucho para entregar, no quedarse en la comodidad de lo tradicional. Definitivamente, estamos frente a un documental sobre la locura creativa.