I am mad

Crítica de Alejandra Portela - Leedor.com

Miguel Angel Danna es un hombre común en la piel de un personaje extraordinario, nacido en Mar del Plata hace 39 años, con sus padres separados desde muy pequeño vivió buena parte de su infancia con un padre mezcla de hippie y empresario en una casa rodante. A sus 8 años un hecho crucial marca a esa familia para siempre: la muerte de una pequeña hermana ahogada en la pileta. Y una herida que no cierra.

Una pileta es, precisamente, de los elementos que recurrentemente aparece en la idea visual de la película. Luego, cuestiones del Santo Grial, el teatro mágico de la existencia, la Escuela de los misterios liderada por un tal Mehir, que lo involucra a Miguel durante 20 años en una de las tantas sectas que prometen la búsqueda de la felicidad. Mehir, hoy prófugo de la justicia, aparece como un Jesús contemporáneo al que se adscribe con un convencimiento que es el mismo con el que se sale. Detrás de eso Miguel quiere llegar al numero de 100 amantes, no trabaja, se separa de su mujer, construye un universo entre espiritual, poético y atorrante intensamente respetado en la version cinematográfica de Tokman.

Un aire de libertad y alegría por vivir ronda toda la película. La búsqueda de la felicidad tendrá como resultado un desgrane inicial en imágenes superpuestas, con fotografías familiares, búsquedas plásticas y un puntapie inicial con el tema de la locura que dispara la pregunta sobre cual es el tipo de locura al fin y al cabo.