Huye

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Familia política de terror
Un joven negro conoce a los padres de su novia, rica y blanca, y la experiencia resulta peor de lo esperado.

Una situación que da miedo: conocer a la familia política. Y si entre esa parentela y el candidato hay una notoria diferencia social, económica, étnica, religiosa o cultural, ese miedo está a un paso de convertirse en pánico. El tema dio para muchas comedias a lo largo de los años , pero aunque Jordan Peele viene de ese mundo como actor y guionista (se hizo conocido por la serie de sketches Key & Peele) en su opera prima eligió abordarlo con los códigos del terror.

Chris Washington es un fotógrafo artístico de Nueva York que emprende un viaje de fin de semana con su novia para conocer a los padres de ella, que viven en una retirada mansión a un par de horas de la ciudad. La cuestión es que él es negro y ellos, blancos (y ricos). Pero no hay problema, porque son políticamente correctos. Un punto de partida ideal para que Peele señale con mordacidad y un fino sentido del humor la ineludible cuestión racial en la sociedad estadounidense. Porque en su intento por mostrarse libres de prejuicios, esta gente bienpensante no hace más que desnudarlos, con elogios hacia Obama o Jesse Owens como otra versión del “tengo un amigo judío”. El mensaje es claro: ocho años de un presidente negro no alcanzan para acabar con siglos de discriminación.

La incomodidad es permanente. Y también el misterio. Hay mucho de El bebé de Rosemary en esta familia y su grupo de amigos, gente en apariencia “normal” pero que vista de cerca da escalofríos (como nos puede pasar con cualquier vecino, colega o circunstancial compañero de transporte público). Pero, ¿son realmente siniestros o, influido por ese sentimiento de extranjería, Chris está imaginando demasiado? La presencia de otros tres negros en la casa no hace más que exacerbar sus temores: su comportamiento es extraño.

Suele ocurrir: a la hora de las explicaciones, se diluye bastante de la magia creada anteriormente. La referencia deja de ser Polanski y pasa a ser el Tarantino más sangriento y el cine de terror más gore. Pero la tensión y los nervios de punta siguen ahí, tan presentes como el eterno conflicto entre blancos y negros.